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Alemania intenta imponer hoy a los Quince su esquema de tránsito hacia la moneda única

Los ministros de Economía y Finanzas (Ecofin) de la Unión Europea aprobarán hoy en Bruselas el documento definitivo sobre el camino que se ha de seguir para llegar a la moneda única europea, el 1 de julio del año 2002. Alemania, sobre cuya divisa recae el peso mayor de este tránsito monetario, ofrecerá al resto de socios sus condiciones en algunos puntos sobre los que aún no hay consenso: las emisiones de deuda pública, la utilización de la denominación moneda europea en lugar de moneda única durante la transición, la fecha de la criba de monedas, el pacto de, estabilidad y quizá también la adopción de Euro en lugar de Ecu para, denominar a la futura moneda única europea, que nacerá el 1 de julio del año 2002

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Relación entre los de dentro y los de fuera

El documento que aprobarán hoy los poderosos ministros del Ecofin deberá ser refrendado políticamente por los jefes de Estado o de Gobierno en la cumbre europea de diciembre en Madrid. Para entonces pueden quedar algunos de los puntos sobre los que no haya hoy acuerdo. Las reticencias de algún jefe de Gobierno pueden tentar a los ministros a llegar hoy mismo a un acuerdo sobre el nombre de la moneda, una cuestión que oficialmente se reserva para el Consejo Europeo. Pero la buena disposición del canciller del Excheker, Kennet Clark, hacia el Euro, que contrasta con las reticencias que aún alberga su primer ministro John Major, facilitan la posibilidad que el documento de los escenarios incluya una referencia explícita en favor de Euro para facilitar la tarea a Helmuth Kohl en Madrid, aunque la presidencia española es poco amiga de contaminar la reunión básicamente técnica de hoy con un problema como el nombre, estrictamente político.El ministro alemán de Finanzas, Theo Waigel, será el gran protagonista del consejo. Waigel explicará durante el almuerzo sus ideas sobre el llamado Plan de Estabilidad, concebido para endurecer el rigor presupuestario durante los próximos años y vencer así las dudas que alberga la opinión pública alemana sobre la moneda única y su temor a perder la estabilidad del marco.

Alemania propondrá la utilización del término moneda europea, en lugar de moneda única, durante la transición. La presidencia española ha acogido mal esta propuesta, que no significa ningún cambio ni en los calendarios ni en las condiciones de convergencia, pero que puede restar credibilidad al proceso ante los mercados al dejar abierta la posibilidad de que las monedas nacionales sean consideradas algo legalmente distinto a la moneda europea, en lugar de meros submúltiplos de esta. Con ello se creará un obstáculo a la paulatina igualación de los tipos de interés entre los Estados miembros que accedan a la tercera fase. Es una forma de mantener el marco alemán por encima de las restantes divisas durante todo el proceso.

Theo Waigel propondrá tam bién que las emisiones de deuda pública con la nueva moneda sean voluntarias y no obligatorias, lo que al tiempo resta credibilidad al proceso y choca frontalmente con los deseos de la Comisión Europea. Waigel quiere que el escenario se limite a "recomendar" las emisiones en moneda europea y que cada Estado miembro pueda decidir qué hace. Francia admite que esta posibilidad sólo sea utilizada como último recurso en el caso de que un Estado miembro alegue dificultades económicas específicas que le obliguen a seguir emitiendo su deuda en la moneda nacional.

Tampoco hay acuerdo sobre cuándo deben realizarse en moneda europea los pagos de las Administraciones públicas. El Instituto Monetario Europeo (IME) y Alemania proponen que se haga de forma simultánea en todos los países desde enero del 2002, cuando se inicia la última fase de la transición. Francia está dispuesta a aceptar esta propuesta si Alemania se compromete de forma clara a emitir deuda pública en moneda europea desde esa misma fecha y si además de los pagos también los cobros de las Administraciones públicas se pueden realizar en moneda europea.

Los ministros abordarán también lo que se ha venido a denominar el dilemade Valencia. El consejo informal celebrado en El Saler acordó que la criba de monedas se realice "a finales de 1997 o principios de 1998" con los "datos reales" del ejercicio de 1997, no con previsiones o proyecciones.

La experiencia señala que va a ser muy difícil contar con esos datos hasta febrero o marzo, o incluso bien entrada la primavera de 1998, lo que acortará el año de preparación para poner en marcha la política monetaria única, que debe arrancar el 1 de enero de 1999 por imposición del Tratado de Maastricht.

Para evitar un recorte de este plazo de preparación, los ministros se plantean la necesidad de crear un "consejo de gobernadores en la sombra" en el que se incluyan los gobernadores de los bancos centrales de los países que para entonces parezcan estar en condiciones de acceder a la tercera fase de la unión monetaria, con lo que los trabajos de preparación podrían arrancar ya el 1 de enero de 1998 aunque aún no se haya decidido qué monedas acceden y cuáles se quedan fuera.

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