Las termitas, Popper y Jesús Gil
Los del PP han comenzado a creer en las encuestas, aunque a la manera en que se cree en Dios: porque tiene que haber algo después del 3 de marzo. Los del PSOE, mayormente ateos, abominan de ellas, aunque al modo de aquellos que, negando la existencia del diablo, dedican su vida a combatir el mal. El PP cuenta, entre sus clases altas, con los popperianos (Boyer, Julio Iglesias, Vargas Llosa), según los cuales, y dada la certeza teórica de que el mundodebe adaptarse al mapa científico, los resultados del domingo confirmarán los son deos conocidos. Los del PSOE, que sancionaron de militancia a Popper el mismo día en que Boyer les devolvió el carné (quedándose con todo lo demás), confían en que el mapa, en el último momento, acabará entrando en razón para adaptarse a la realidad. De he cho, unos y otros están llenando el ambiente de encuestas verbales sin ficha técnica ni filiación conocida que demuestan las dos cosas. Va a haber una sorpresa -dicen los del PP soñando con la mayoría absoluta.-Va a haber una sorpresa -señalan los del PSOE dándole vueltas al caramelo de los tres puntos de ventaja que promete Felipe.
El PP cuenta con el apoyo de Popper, Norma Duval, Vargas Llosa, Julio Iglesias, incluso con el de Dios, pero tiene en su contra a las termitas que desde el lunes roen día y noche las previsiones demoscópicas. En estas circunstancias, cuando el tiempo juega en contra, uno lo mismo se pone a ordenar la despensa que a colgar cuadros; la cuestión es no parar, de forma que el tiempo pase en un suspiro. Por eso Aznar se ha puesto hiperactivo: por la mañana en Madrid, por la tarde en Barcelona, por la noche en la COPE, con García, cambiando de conversación y de chip continuamente. No hay Todo de seguirle. Y es que el tiempo no corre y las termitas avanzan. El otro día, por ejemplo, los de la Plataforma Anticatastro se manifestaron contra su partido en Oviedo por haber aumentado el ciento por ciento los impuestos sobre bienes inmuebles. Esto es lo que se llama reducir la presión fiscal. Y en qué momento. Y a un concejal del PP en Albacete le dio un ataque de patriotismo nacional y tachó de asesinos a los componentes de las Brigadas Internacionales, a quienes se acaba de conceder la nacionalidad española. Puro centro. Y un telonero del barrio de la Concepción atribuyó a Franco la conquista de las prestaciones sociales. Y CiU ha declarado ya que no votará la investidura, porque "si el PP es coherente con su programa y su discurso no es posible ninguna clase de colaboración".
Lo más alarmante, en cualquier caso, ha sido el inesperado apoyo del centrista Jesús Gil, que acaba de incorporarse a la campana del PP con la camisa abierta hasta el ombligo. Seguro que no contaban con una termita de esta capacidad abdominal. Si esté hombre se pone a roer los sondeos, de aquí al domingo los deja hechos una piltrafa. Lo peor, con todo, no sería que perdieran la fe en las elecciones, sino en el más allá que, pase lo que pase, comienza el día 4. Los del PSOE, sin embargo, sustituirían su fe contradictoria en el diablo demoscópico por la creencia en los insectos. Algo es algo.
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