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'Juventud creadora'

El nombre y la obra de José García Nieto están íntimamente ligados a la revista Garcilaso, el órgano de la llamada juventud creadora que dirigió y que entre 1943 y 1946 fue la revista oficial de la poesía española. Garcilaso postuló una poesía neoclasicista, cuyas claves se encuentran en la carta de presentación del primer número, donde, tras reivindicar pro domo sua la dimensión lírica y militar de Garcilaso de la Vega, de cuya muerte se habían cumplido 400 años en 1936, proclamaba el advenimiento de una "segunda primavera del endecasílabo" y afirmaba que era su propósito alzar la obra de los nuevos poetas "mejor que como pasquín, como diapasón de lo que estimamos ha de ser la poesía actual".Estas líneas son reveladoras de la poética de Garcilaso en la medida en que señalan su cimiento formal neoclasicista, con su dominio del en decasílabo, y reivindican una poesía no crítica (contraria al pasquín) o, al menos, desencarnada de la realidad histórica. Garcilaso pretendía, pues, oponerse a la corriente de signo neorromántico, existencial e histórico que dominaba en la lírica española antes de la gue rra civil, según confirma el ataque que a renglón seguido se lanzaba en el mismo texto contra el manifiesto Sobre una poesía sin pureza que había publicado Pablo Neruda en 1935 en la revista Caballo Verde para la Poesía.

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Los garcilasistas

Adheridos a una concepción intemporal y formalista del hecho poético, los garcilasistas escribieron cientos de sonetos, décimas y tercetos sobre España y Castilla, sobre el amor, enfocado bucólicamente, o sobre la mitología imperial. Además de García Nieto, otros colaboradores especialmente asiduos de la revista fueron Enrique Azcoaga, Pablo Cabañas, Jesús Juan Garcés y Federico Muelas.Esta poética suscitó pronto una fuerte reacción entre autores diversos que se inclinaban por una lírica neorromántica o claramente antiformalista y vinculada al acontecer histórico. De esta oposición surgió la mejor poesía española de posguerra, que en 1944 encontraría sus banderines de enganche en dos obras de dos maestros del, 27: el libro de Dámaso Alonso Hijos de la ira, tan antiformalista, y Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre, de tan acumulada densidad neorromántica. Años más tarde, en su poemario Memorias y' compromisos, García Nieto justificaría su poética garcilasista: "¿No oís cuánto he callado? / ¿Qué piedra iba yo a arrojar contra los añicos de vuestros cristales? / ¿Qué cuenta podía pasar a los muertos o a los hijos de los muertos?"

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