La batalla del Real
EL PATRONATO del Teatro Real ha aprobado -¡al fin!- la programación de la primera temporada, 19971998, presentada por Stéphane Lissner. Los patronos apenas pusieron objeciones al informe del director artístico, aliviados al ver de una vez sobre la mesa una lista solvente de óperas, ballets y recitales que pondrán en marcha a partir del 11 de octubre un teatro cuya rehabilitación ha sido tormentosa, lenta, cara y con variados ejemplos de improvisación y de rencor político.Con la elección del título inaugural, La vida breve, de Falla, para la que aún no se cuenta con director, ha, aflorado un problema cuyas soluciones marcarán en buena medida el éxito o el fracaso del teatro. Lissner ofrecía para abrir un Parsifal con figuras internacionales como Plácido Domingo y Lorin Maazel; pero el di rector general de Artes Escénicas y Música logró imponer desde el Ministerio de Educación y Cultura una obra española, con cantantes españoles y la Orquesta Nacional, un grupo conflictivo y burocratizado -a pesar de notables excepciones- que busca nuevas vías.
La batalla entre Lissner y Marco es de poder, pero también de criterios artísticos. Debería convertirse más en lo segundo que en lo primero. El reto es abrir un debate creativo desde las posiciones de ambos: articular un . a programación donde se reúnan los creadores internacionales y al mismo tiempo tranformar el Real en es cuela, escenario, observatorio y laboratorio para los artistas y creadores españoles., Sería del todo lamentable que pequeñas intrigas de intereses personales y casticistas obstaculizasen la puesta en marcha del teatro o res tasen carácter internacional al proyecto, Sólo el encuentro de lo mejor de la cultura española con las grandes corrientes artísticas del exterior podrá convertir al Real en un teatro donde los escándalos sean sólo los del entusiasmo de los artistas y el de los espectadores.
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