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Los rebeldes toman la segunda ciudad de Zaire y dan un ultimátum de tres días a Mobutu

Los rebeldes de Laurent-Désiré Kabila entraron ayer en Lubumbashi, la segunda ciudad de Zaire. Sólo los comandos kamanyola, la guardia presidencial de Mobutu Sese Seko, presentaron resistencia a su avance. La mayoría de los soldados gubernamentales salieron huyendo, en tanto que la población civil aclamaba la llegada de los hombres de Kabila como liberadores. Kabila dio "tres días" a Mobutu para ponerse en contacto con él "a fin de negociar su salida" del poder. El presidente se resiste y, tras decretar el estado de excepción, ha nombrado a un nuevo primer ministro.

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A los gritos de "Kabila, Kabila", los rebeldes fueron tomando durante la tarde el control de Lubumbashi, una ciudad de un millón de habitantes que es la capital de la rica provincia minera de Shaba (antigua Katanga), verdadero pulmón económico de Zaire. "Se ha acabado la dictadura, comienza el cambio", manifestaba un joven que junto a otros acudía a recibir a los rebeldes. "Ya está, ya estamos en Congo liberado", gritaba otro que hacía la V de la victoria con los dedos.Los enfrentamientos más violentos se produjeron en los barrios del sur de la ciudad, en los alrededores del cuartel general de la División Especial Presidencial, tropas de élite conocidas popularmente como kamanyola.

Anoche sólo la situación en torno al aeropuerto, a seis kilómetros al norte de la ciudad, permanecía confusa. Hacia allí habían escapado gran parte de las tropas gubernamentales y en su perímetro se mantenían los últimos combates. Sin embargo, la mayor autoridad civil de la provincia, el gobernador Kyunguwa Kumwanza, aseguró a France Press -tras, aparentemente, servir de mediador- que los hombres de Kabila habían autorizado la salida en avión de los soldados. Kumwanza había dicho con anterioridad a Reuter por teléfono que esperaba en su casa a que los rebeldes se pusieran en contacto con él. "Si me lo piden, no veo motivo para no cooperar con ellos. Si la gente está contenta, yo también lo estoy. Y la gente está contenta, todo el mundo lo está celebrando", dijo Kumwanza, nombrado por Mobutu hace dos semanas.

El número final de víctimas era difícil de establecer. Muy pocos civiles resultaron heridos, aunque un ciudadano belga que residía desde hace años en Lubumbashi fue alcanzado en el cuello por la esquirla de un mortero que estalló en su jardín.

Al anunciar la caída de Lubumbashi, la radio rebelde acusó a "mercenarios belgas" de haber apoyado a los hombres de Mobutu. Con la toma de la antigua Elizabethville, la Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación de Congo-Zaire, como se denomina la coalición que lidera Kabila, tiene ya en su poder casi la mitad del tercer país más grande de África.

Kabila anunció en Goma, al este de Zaire, que daba "tres días" al presidente Mobutu para que se pusiera en contacto con él "a fin de negociar su salida" del poder. El líder de los rebeldes anunció una "ralentización de las operaciones militares" durante ese tiempo. También manifestó que había recibido "indicadiones del entorno del jefe del Estado" relativas a su "disponibilidad para salida ordenada".

"Puede hacerlo. Si no lo hace él será el perdedor. Está cansado, pero tiene miedo. Debemos ayudarle a deshacerse de ese miedo", añadió el jefe rebelde relajado y sonriente, durante una conferencia de prensa.

Kabila expresó su deseo de que Mobutu, que está al frente de Zaire desde hace tres décadas, se ponga en contacto con él "dirctamente", "Confiarnos en que con los acontecimientos que se nos vienen encima, se mostrará juicioso", declaró.

Esta actitud contradecía de forma clara las declaraciones del secretario general de la ONU, Kofi Annan, quien hizo saber a través de su portavoz que esperaba para los próximos días la firma de un alto el fuego en el contexto de las conversaciones que Gobierno y rebeldes mantienen en Suráfrica, informa Luis Vázquez desde Ginebra. "Lo más probable es que Kabila no pueda vencer militarmente. Apoderarse del este de Zaire es una cosa y tomar el oeste del país es otra, tanto en términos de composición étnica como en términos de alargar las líneas de aprovisionamiento" para los soldados, afirmó Fred Eckhard.

Sin embargo, Kabila parece contar también con un ambiente político favorable. Incluso Washington afirmó ayer que había llegado el momento de que Mobuto abandone el poder. Entre tanto, en Kinshasa, la capital zaireña, el veterano dirigente se enfrentaba a otra crisis: su Ejército reprimió a miles de manifestantes que salieron a la calle en apoyo del Étienne Tshisekedi, al que pensaban acompañar al Palacio de Gobierno para su toma de posesión como primer ministro, cargo para el que fue nombrado el pasado 2 de abril. No lo lograron. Tshisekei fue detenido por unas horas y sustituido por un general de la confianza de Mobutu, Lukuila Bolongo. Sólo 24 horas antes Mobutu había decretado el estado de excepción en las cinco provincias que todavía controla.

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