El Telekom calienta motores
Zabel, a cuatro segundos del líder- Control del equipo alemán- Zülle pierde medio minuto
Sexto maillot amarillo para Cipollini en el Tour (2 en 1993 y 4 en 1997). Cipollini ha despertado el apetito del Telekom y, a falta de otras consideraciones de mayor fuste, la carrera entretiene la espera con una disputa entre dos sprinters. La diferencia entre Cipollini y Zabel es ahora de cuatro segundos, de tal suerte que cualquier meta volante pasa a ser territorio de conquista. Lo serio es ver cómo el Telekom ha entrado en calor. No fructifican las escapadas, persisten las caídas y Zulle se apunta a todos los cortes. Suyo sería el maillot de la desgracia si alguien lo patrocinara previo pago. Ayer perdió otro medio minuto y nadie sabe muy bien a estas alturas cuál es su verdadero papel en este Tour.El pelotón calmó su velocidad y anduvo tranquilo buena parte de la jornada. Incluso permitió que el francés de turno, Philipe Gaumont es su nombre, intentara la aventura. Gaumont llegó a tener casi once minutos y medio de ventaja, la distancia que le separaba de Cipollini. El coste de su intentona tuvo el mismo precio que han debido de pagar quienes lo han intentado en solitario en estos cuatro dias de carrera: un desfallecimiento. Gaumont llegó tarde a la meta, como tantos otros. El asunto tiene su significado: este pelotón tiene mucha fuerza.
Tanta fuerza como la que transmite el Telekom cuando se pone a toda máquina en la cabeza. Sólidos y poderosos: el Telekom en formación se come los kilómetros. Todos han terminado por delegarles el control de la carrera, unos por inconfesable interés (para que se desgasten), otros porque no les queda más remedio. Cuando el Telekom pide paso, el pelotón abre sus puertas al momento. No hay oposición. No hay resistencia. Se acepta su jerarquía, es hasta conveniente que la haya. A lo que se ve han venido a ganarlo todo: les empieza a molestar el éxito de Cipollini y quieren ver a Zabel de amarillo. También quieren que Zabel de el testigo a un compañero y que luego se dedique a sacarle brillo a su maillot verde. Querrán, seguro, la general por equipos. ¿Hay algo que no quieran?
El Telekom ha impuesto una forma de correr que provoca admiración, respeto e incredulidad. Manolo Sáiz, por ejemplo, comparte esa forma de actuar; de hecho, la ha puesto en práctica cuando ha podido (generalmente en la Vuelta a España). Los clásicos sospechan que el Tour es tan complicado, que conviene no ambicionar demasiado: repartir nueve puestos entre lanzadores, sprinters, escaladores y hombres para la general puede resultar muy armonioso, pero limita la capacidad del equipo si aparecen los problemas en las principales zonas de dificultad. Riis no debe de estar muy de acuerdo con este diseño porque ha dejado bien patente que no va a dejarse la piel en prepararle los finales a Zabel, un declarado enemigo dentro del equipo.
A las primeras de cambio ha quedado claro que el Telekom quiere estar presente en el mando de operaciones desde la primera semana hasta la última. Sean discutidos o no, impresionan. Y si se salen con la suya, crearán escuela.
Suya fue la responsabilidad de los acontecimientos en el tramo final de la jornada.
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