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El alcalde de Comillas cree que la ubicación del cuartel es inadecuada

Pablo García Suárez, alcalde de Comillas (Cantabria), mostró ayer su extrañeza por el hecho de que ETA intentara atacar con granadas el cuartel de la Guardia Civil en dicha localidad. En su opinión, se debió a la ubicación del edificio en "un lugar muy bonito, pero no adaptado para lo que es un acuartelamiento".García Suárez espera que, tras lo ocurrido el pasado miércoles, todas las instituciones trabajen por mejorar las condiciones del cuartel, tanto la Dirección General de la Guardia Civil como la Delegación del Gobierno en Cantabria y el Ayuntamiento de Comillas. Según el regidor municipal, ya se venía trabajando en este asunto y, en concreto, la semana pasada ya hubo una reunión para tratar de este asunto y el próximo septiembre estaba prevista otra más.

El alcalde destacó que todos los vecinos del pueblo han condenado el fallido atentado. "Como afortunadamente no ocurrió nada, estamos felices y contentos porque en la casa cuartel había ese día 10 personas y podía haber pasado de todo", agregó. Comillas había recuperado ayer la tranquilidad y la rutina de la vida cotidiana. "La gente ha ido a la playa y todo transcurre con normalidad", indicó el alcalde de la localidad cántabra.

Normalidad

El edificio del instituto armado de la localidad cántabra también ha recuperado ya la normalidad, según indicó ayer a la agencia Europa Press el cabo primero y comandante de puesto accidental del cuartel de Comillas. "La vida del cuartel es la de siempre. Hacemos la misma vida con un poco más de médidas de seguridad", señaló este mando, quien destacó que la normalidad en los alrededores del cuartel era ayer "absoluta" salvo por la "típica curiosidad" de algunos vecinos y veraneantes que se acercaron hasta el objetivo del fallido atentado etarra.

El cabo primero explicó que en el cuartel de Comillas se han tomado siempre las medidas de seguridad necesarias y que se hacen reconocimientos periódicos, pero agregó que "no es tan fácil" detectar los tres lanzagranadas que se hallaban en una zona a unos 50 metros del cuartel y semitapados por la hierba y unas bolsas de plástico. Fueron dos turistas quienes dieron la voz de alarma al descubrir el envoltorio sospechoso, del que sobresalían unos tubos de plástico. Casi al tiempo, una llamada de ETA a la emisora Radio Egin alertó de la colocación de los lanzagranadas

El mando accidental del cuartel quiso destacar la actuación inmediata de las fuerzas de seguridad, que desalojaron la zona con suma rapidez. "No hubo ningún problema; esto se desalojó en nada, así como las casas limítrofes. Nunca hubo peligro para nadie porque enseguida se retiró todo", explicó el cabo primero.

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