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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Nuevo curso

CONCLUYE HOY agosto, pero en gran medida el nuevo curso político ya ha comenzado. Si algo puede adelantarse del mismo, es que estará dominado por el examen de Maastricht al que en la próxima primavera deberán someterse todos los candidatos a la Unión Monetaria. Y a la luz de los actuales datos económicos, y salvo incidencias tan imprevisibles como improbables, cabe también predecir que España superará la prueba a la primera. El Gobierno de José María Aznar podrá cosechar así un importante éxito. Es perfectamente legítimo- que lo intente capitalizar políticamente, sin que por eso sean más ciertas las proclamaciones de los populares que adjudican en exclusiva, a la tarea de este Gobierno una bonanza económica que tiene mucho que ver con el contexto internacional y también con las medidas previamente aplicadas por el Gobierno socialista y en especial por el equipo de Pedro Solbes.El examen de Maastricht marca también decisivamente la discusión de los próximos Presupuestos Generales del Estado y el apoyo a los mismos por parte del PNV, que parece garantizado, y, en especial, CIU. Aunque Jordi Pujol vuelve a jugar con sus escenarios de su ruptura con el PP, lo cierto es que es difícil creer que se arriesgue a que le acusen de sabotear el proceso de ingreso de España en la Unión Monetaria. Además, sería no conocerle pensar que va a renunciar a compartir y explotar el éxito del ingreso en la misma. Será previsiblemente después de esa fecha cuando plantee las exigencias de las que hacer depender la continuidad de su apoyo. El vicepresidente Francisco Alvarez Cascos ha dicho que el PP no gobernará ni un día en minoría, es decir, sin el apoyo de CiU. Que tal situación llevaría de inmediato a elecciones. Es una forma de hablar, porque todas las encuestas, incluida la última del CIS, indican que la mayoría absoluta les es inalcanzable en un futuro previsible. Y su única opción de Gobierno seguiría siendo la misma, la alianza con Pujol después de las elecciones.

Así las cosas, con una situación económica muy favorable, los objetivos europeos al alcance y un apoYO parlamentario poco menos que garantizado para el curso, lo insólito es que este Gobierno siga irritado e irritante y que tienda tanto a perder las formas. La derecha española parece seguir arrastrando complejos que la impulsan al sectarismo. Convendría que se serenaran y renunciaran a las cazas de brujas por mucho que sus corifeos mediáticos se las exijan y que la inestimable colaboración de Julio Anguita, impertérrito en su larga carrera hacia la irrelevancia, se las permita.

Porque todo esto puede que tenga algo que ver con el hecho de que José María Aznar no logra convertir la buena coyuntura en valoración de su persona. Año y medio después de ganar las elecciones, sigue detrás de Felipe González en la escala de valoración del CIS. Y no sólo de éste, sino también de Joaquín Almunia, un recién llegado. Los buenos resultados de su partido en el último barómetro, cuyas encuestas fueron hechas en julio, son sin duda, en gran parte, resultado de la especial coyuntura de aquel mes tras las grandes movilizaciones contra ETA. La popularidad de, Jaime Mayor Oreja parece transferida a todo el Gobierno.

El PSOE entra en el curso con un nuevo secretario general que se ha asentado en el cargo con una rapidez y solidez que a muchos habrá sorprendido. Pero ahora deberá demostrar que, bajo su mando, el partido es capaz de hacer una oposición que en gran medida ha estado ausente desde las pasadas elecciones. En cuanto a IU, parece abocada a la disgregación ante la asamblea que se celebrará en diciembre. Anguita y su proyecto de refundación comunista en torno al núcleo duro del PCE parecen incompatibles con un proyecto plural de izquierdas. '

Para romper con la divergencia entre clima político y situación económica, el Gobierno y la oposición deberían ser capaces de llegar a acuerdos para solucionar graves problemas aún pendientes. Ahí están, ante todo, los de la justicia, sin resolver desde el curso pasado y en gran parte provocados por el propio Gobierno. Y también debería ser posible que se imponga mayor claridad en cuestiones como la educación y la sanidad, en los que el Ejecutivo parece limitarse a lanzar globos sonda.

En la lucha antiterrorista, el curso comienza con un capítulo que puede ser decisivo: el juicio a la Mesa Nacional de HB. El aislamiento de los violentos avanza pese a las irresponsables trifulcas retóricas entre políticos. Mucho más se habrá de hacer. Pero la evolución en este campo es, en general, esperanzadora.

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