La figura de Francisco Benet
Me refiero al artículo de Bárbara Probst Solomon [publicado el 7 de septiembre en EL PAÍS Domingo] sobre la fuga del Valle de los Caídos y su justificado reproche a Nicolás Sánchez Albornoz si fuese cierta en éste la intención de ningunear la figura de Francisco Benet Goitia en el guión de la película que Fernando Colomo dirige sobre aquella apasionante historia. Los que por diversas circunstancias -la mía, mi amistad con Paco- tuvimos conocimiento más o menos próximo de aquellos hechos, no podemos sino confirmar las palabras tomadas de Martínez Sarrión: "El cerebro organizador y ejecutor de la operación (fue) Francisco Benet".Pero quisiera corregir algunos errores, quizá secundarios, en el texto: a) ni Paco ni yo ni los 20 o 30 estudiantes que fuimos a París en otoño de 1945, éramos becarios del Gobierno español, sino del francés, y la obtención del pasaporte nos costó lo nuestro; b) Paco no se encontraba en la situación legal ante las autoridades franquistas que parece afirmar Probst Solomon, porque, al cierre de la frontera hispano-francesa en la primavera de 1946, concordante con las sanciones de la ONU, volvimos casi todos (algunos en el último tren), pero él decidió seguir en Francia, y las sobrevenidas caducidad del pasaporte y llamada al servicio militar hicieron irreversible su opción de aquel momento; c) creo que, a partir de ahí, sus visitas a España eran más o menos clandestinas, desde luego cortas, y a los amigos nos citaba desde la calle; ignoro, eso sí, si cuando lo de Cuelgamuros había normalizado su situación y de nuevo, con aquella auténtica proeza, la devolvió a su anterior encomiable ilegalidad. Hechas estas pequeñas aclaraciones que -a mi entender- enaltecen aún más esa biografía por escribir de Paco Benet, quiero añadir que si hay que preguntarse sobre la raíz de la decisión en 1946 que cambió su vida, la respuesta, tanto o más que en la fascinación por la libertad respirable en el país anfitrión, está en el descubrimiento de la otra España, la del exilio, ocurrido en ese grupo de estudiantes al convivir en la Ciudad Universitaria de París con muchos hijos de los vencidos y al conocer, a través de éstos y sus mayores, la versión que nos había sido hurtada de la entonces reciente tragedia.-
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