Decenas de miles de albaneses recorren las calles de Pristina en protesta por la represión serbia
Una formidable manifestación popular de 50.000 personas organizada por los estudiantes universitarios recorrió ayer sin incidentes el centro del Pristina, la capital de Kosovo, en protesta por la represión serbia en Drenica, que se ha cobrado al menos 80 vidas en una semana, entre ellas las de mujeres y niños. Poco antes de que comenzara la concentración abandonaba Pristina con las manos vacías la delegación gubernamental enviada por Belgrado con el declarado objetivo -"farsa", según los dirigentes albaneses- de iniciar conversaciones ya, aunque se ignora con quién o con qué agenda.
Las fuerzas especiales serbias, que permanecieron apartadas, habían montado un dispositivo proporcional a la magnitud de la protesta, que incluía centenares de antidisturbios y tiradores de precisión en los edificios más altos. La policía bloqueó carreteras para impedir la llegada a Pristina de jóvenes procedentes de poblaciones vecinas.Ante la sede del Servicio de Información de EE UU, su simbólico destino final, los concentrados, que coreaban "¡libertad, libertad!" y "¡Drenica, Drenica!" mientras hacían el signo de la victoria, pidieron a gritos el cese del "terrorismo de Estado serbio" y de la "purificación étnica". El jefe de los albaneses de Kosovo, Ibrahim Rugova, dijo ayer que las recientes acciones de castigo de las fuerzas de choque serbias en la zona de Drenica, al oeste de Pristina, han hecho huir a unas 30.000 personas.
Rugova confirmó la celebración de elecciones el 22 de marzo en Kosovo para que los albaneses elijan a su presidente y su Parlamento clandestino. En brevísima comparecencia ante los periodistas pidió que Estados Unidos y la Unión Europea acentúen su presión sobre el presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, para resolver pacíficamente, cuando todavía es tiempo, la situación de esta provincia regida desde Belgrado por el sistema de apartheid y donde los albaneses étnicos forman el 90% de la población.
Por el momento no hay el menor atisbo de diálogo. Ibrahim Rugova, un intelectual moderado que pierde terreno a ojos vista tras predicar durante siete años una resistencia quietista contra el virtual estado de sitio de Kosovo, repitió ayer que el objetivo de su partido mayoritario, la Liga Democrática, es la independencia de la provincia sureña. "Es la mejor y la más razonable de las soluciones, incluso para los serbios", dijo.
Slobodan Milosevic tiene desplegados en Kosovo decenas de miles de policías y soldados. Antes de abandonar Pristina, la delegación gubernamental que, dirigida por el viceprimer ministro Ratko Markovic, esperaba desde el jueves entrevistarse con los dirigentes albaneses, reiteró la disposición de Serbia al diálogo en cualquier momento y lugar.
Las condiciones enunciadas hasta ahora por Belgrado para que tal negociación sea posible -es decir, imposible- son tres: como preámbulo, que Kosovo es un asunto interno serbio y por tanto huelga la mediación o intervención extranjera; después, que la parte albanesa debe condenar explícitamente el terrorismo del Ejército de Liberación y renunciar formalmente a cualquier aspiración independentista. La nula seriedad de la actitud serbia puede calibrarse con una anécdota. Ayer, minutos antes de la conferencia convocada por Rugova, y ante decenas de periodistas internacionales, dos carteros, que parecían disfrazados de carteros por su aspecto y el apresto de sus uniformes, descendieron solemnemente de un vetusto Seiscientos para entregar en la sede de la Liga Democrática albanesa cartas de invitación a las conversaciones. La víspera, según la versión de los funcionarios de Belgrado, que aguardaron en vano la llegada de sus interlocutores, "ciertos representantes albaneses" habían alegado razones de índole postal para no comparecer.
Sin condiciones previas
Los albaneses de Kosovo han reiterado que para dar fuerza y credibilidad a una eventual negociación con Milosevic es imprescindible la presencia de una tercera parte, una agenda concreta y ninguna condición o exigencia previa.Las potencias occidentales, que intentan desbloquear una situación explosiva, participan de estos criterios, pero descartan absolutamente la independencia de Kosovo y la modificación de fronteras. El Grupo de Contacto ha dado de plazo a Milosevic hasta el 25 de marzo para avanzar hacia un arreglo político.
Las anunciadas elecciones del 22 de marzo, que fueron aplazadas el año pasado, ratificarán, en opinión de todos los observadores, el liderazgo moral de Ibrahim Rugova, pese a que el status quo se ha roto en Kosovo con la aparición del Ejército de Liberación y la actitud combativa de los estudiantes albaneses, fuerzas ambas opuestas al jefe moderado y que él no controla.
El ex jefe de Gobierno español Felipe González, por otra parte, aludió ayer al rechazo de Milosevic a la misión negociadora que él está dispuesto a encabezar, informa Juan Jesús Aznárez desde México. "No se puede imaginar lo que me angustia pensar, y no lo puedo evitar, que tenga que ir a Yugoslavia. Y todo el mundo me pregunta ¿va a aceptar usted? Importa poco que yo acepte o no, no importa nada. Ya acepto yo, pero ¿significa que va a haber una misión? No, depende de que el señor Milosevic acepte o me invite. De eso sí depende que haya o no una misión, porque no hay ningún mecanismo. internacional para obligar al señor Milosevic a aceptar una misión dentro de su propio país. No lo hay. Algunos pensarán: 'Pues debería haberlo' Cuidadito, cuidadito, con cuidadito, porque la injerencia en el interior de un país hay que medirla mucho si no queremos acabar en manos de abusones".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.