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42, 195 KILÓMETROS DE ESFUERZO

Más podólogos que animadores

La organización no logró completar los 19 actos previstos para dar aliento a los atletas a lo largo del recorrido

Los corredores tuvieron más apoyo después de la carrera que durante. Todo un ejército sanitario estaba desplegado en sus puestos y a la espera de recibir a los atletas más mellados por el esfuerzo. Mientras, los animadores que debían dar aliento a los corredores sólo sumaban un pequeño pelotón. A pesar de la promesa de Mapoma, la empresa que organiza el maratón de Madrid, de montar un puesto de animación cada cinco kilómetros, algunos de los enclaves de aliento fallaron. Aún así la mayoría cruzó la línea de meta. Algunos llegaban cojos, otros lloraban como niños y juraban por lo más sagrado que no volverían a participar. Frente a los 200 fisioterapeutas y 65 podólogos que se encargaron de recuperar a los corredores tras la proeza deportiva, hubo sólo unos pocos animadores a pesar de las promesas de la organización.

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A medida que los corredores traspasaban la meta iban a recibir atención sanitaria. Las tiendas de campaña a modo de clínicas ambulantes, estaban repletas de pacientes. Hubo masajes y curas a destajo. "Las heridas más corrientes son las ampollas en los pies, las hemorragias de debajo de las uñas, las rozaduras provocadas por unas zapatillas no específicas de corredor", explicó Karina Rodríguez, una estudiante de podología. "A un corredor le hemos tenido que quitar una uña con el bisturí, porque se le había clavado en el dedo y al sacarla, se le veía todo el hueso del dedo", comentó Diana Fernández, otra estudiante de podología.

Juan Carlos González, un corredor de profesión funcionario y 32 años, estaba tumbado en una camilla en la tienda de los masajes con un gran dolor en el pie izquierdo. "Me han pisado en la salida [multitudinaria] y he corrido toda la prueba con el pie roto", explicó entre gemidos. "Lo más probable es que tenga el metatarsiano fracturado", según un primer diagnóstico de una masajista. "En el kilómetro 25 el dolor se hizo insoportable y paré para que me echaran un pulverizador anestésico. A pesar de la lesión he mejorado mi marca", apuntó González. Tardó tres horas y seis minutos en cubrir la distancia.

Durante la carrera los atletas recibieron menos apoyo. "La organización prometió 19 puntos de animación y yo sólo he visto dos", lamentó un corredor. Pero hubo más. Al menos así lo aseguraba ayer Francisco Martín, representante de Mapoma. "De los 19 puestos sólo nos han fallado cuatro", señaló. "En unos casos ha sido por problemas técnicos, nos ha fallado la megafonía, y en otros, han sido los voluntarios, los que no han cumplido con su promesa de venir y cubrir su puesto", añadió Martín.

Dos de los animadores de Mapoma fueron el técnico de sonido Fernando Ortiz y el locutor Ignacio Mansilla, un periodista. Estaban apostados en el kilómetro 17 de carrera, en plena Puerta del Sol y en la calle de Bustamante, que coincidía con el kilómetro 39,5 de la prueba. "Nos encargábamos de animar a la gente para que aplaudiera a los corredores, pero no solo a los primeros, sino a todos, porque todos tienen el mismo mérito", explicó Mansilla.

Un corredor, José Cortés, del club Mapoma, se encargó de darle vida a la carrera por sí solo: "Ha cantado un himno improvisado del club desde la calle Montera hasta la calle Mayor. Corría con un micrófono inalámbrico", explicó Ortiz.

Los cerca de quince componentes del coro rociero de Pinto, acompañados de guitarra y toque animaron uno de los últimos puntos de la carrera, el kilómetro 38,5.

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