"Carros de fuego" sobre un coche
Marisol Pareja, de 34 años, continuó la tradición. Hace siete años puso a toda pastilla la música de Carros de fuego al paso del primer maratoniano por debajo de su balcón, en la calle de Fuencarral, y no paró hasta que no cruzó el último. Era un gesto de complicidad con su hermano Francisco, quien no se ha perdido ni una sola edición de la carrera, pero también un guiño de solidaridad con el resto de los participantes. "Yo he corrido en distancias más cortas y sé lo que se sufre". El problema surgió este año, ya que decidieron vender el piso para mudarse a Pozuelo. Pensó escriturar incluso después de la carrera, pero no fue posible. Quedaba sólo recurrir a la imaginación "para que la gente no note el vacío al pasar por Fuencarral".
Por ello, Marisol engalanó el coche con lazos y lo aparcó ante su antiguo portal. Se subió con su marido y sus dos hijos, de cuatro y un año, armada de varios megáfonos cedidos por la organización y conectados al equipo del automóvil.
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