La empresa de Aznalcóllar está «estudiando» si rehace la presa o la traslada de sitio
Boliden asegura que tiene solvencia para afrontar las indemnizaciones
La empresa Boliden, que explota las minas de Aznalcóllar, en Sevilla, está «estudiando» si reconstruirá la presa -cuya rotura dio paso al vertido tóxico que ha arrasado gran parte del coto de Doñana- o si la traslada a otro lugar cercano, según manifestó ayer su presidente, Anders Bülow, desplazado a la capital andaluza. Cerrar la explotación acarrearía la pérdida de 520 empleos directos y unos 1.500 indirectos, y reanudar la actividad requerirá de autorizaciones políticas, cuyos responsables habrían de afrontar las previsibles protestas que se suscitasen a la vista del desastre ocurrido.
De hecho, ya se ha planteado un primer debate sobre qué hacer con los restos de lodo mortífero que permanecen aún en el fondo de la balsa rota, puesto que los técnicos consideran que ha de vaciarse por completo para reconstruir la presa. El presidente de la firma minera sueca aseguró también que su empresa está dispuesta a asumir la responsabilidad civil por el desastre ecológico. Bülow reconoció sentir «vergüenza» por lo ocurrido. Sin embargo, matizó que habrá que esperar a que los tribunales investiguen las causas de la fuga y «depuren las responsabilidades de los involucrados», insinuando así que no sólo su empresa debería hacer frente a ellas. Eso sí, ya adelantó que Boliden tiene también la solvencia económica suficiente para continuar la producción, y un seguro que cubre los daños a la propiedad, a la interrupción del negocio y la responsabilidad civil.
El consejero de Agricultura, Paulino Plata, que ayer se reunió con los alcaldes de la zona, anunció que su departamento está dispuesto a adelantar las ayudas a los agricultores cuyas explotaciones estén amenazadas de ruina, hasta que se decida quién hace frente a las indemnizaciones.
El presidente de la empresa Boliden, cuya filial Boliden Apirsa explota las minas de Aznalcóllar, se mostró cauto a la hora de buscar otros culpables por el desastre ecológico. «Es pronto para hablar», dijo, aunque acto seguido recordó que la presa rota no la construyó su empresa. Eludió precisar si se refería al Banco Central, propietario de las minas en 1974, fecha en la que se construyó la balsa cuya rotura provocó en la madrugada del sábado el vertido de cinco millones de metros cúbicos de agua ácida que arrasó todo lo que encontró a su paso. Tras considerar prematuro evaluar los daños producidos, recordó que su empresa ha sido hasta ahora «ejemplo en temas medioambientales».
Anders Bülow aseguró que se están realizando todo tipo de trabajos en un intento de minimizar los efectos de la riada tóxica, advirtió de que su empresa disponía de todos los permisos y que había acometido las inspecciones oportunas en la presa -la última el pasado 14 de abril-, sobre todo tras las intensas lluvias que se produjeron en la zona en 1995 y 1996. En una primera evaluación «preliminar», Bülow atribuyó la rotura de la presa al movimiento de tierras, concretamente «seis u ocho metros debajo de la zapata del dique», para a continuación descartar que la causa fueran las filtraciones de agua que desde hace años han denunciado los ecologistas y un ingeniero que trabajó en las minas.
La empresa quiere ahora coordinarse con las administraciones para iniciar lo antes posible la limpieza de los lodos y aguas tóxicas que han afectado a más de 5.000 hectáreas, y ha ofrecido para ello el material y el personal de las minas. Incluso está dispuesta a comenzar estos trabajos en las próximas horas, aunque la Junta prefiere esperar a que se sequen estos lodos con metales pesados para evitar que en las tareas de limpieza, con utilización de maquinaria, se puedan extender sus efectos contaminantes.
Mientras tanto, los alcaldes de nueve de los municipios afectados por la riada tóxica criticaron ayer la falta de respuesta por parte de las administraciones, tanto central como autonómica, y lamentaron que sólo se hayan volcado en los efectos que la marea podría provocar en el Parque de Doñana.
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