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Baggio, 1; Del Piero, 0

El viejo seguirá liderando a Italia; el joven, aún no repuesto, jugará medio tiempo

Carlos Arribas

No, finalmente Cesare Maldini no se ha vuelto loco. Con su porte aristocrático inalterado, el seleccionador italiano ha resistido la apasionada polémica que alcanzó dimensiones de asunto de Estado en Italia. No se ha desviado un ápice de su línea, siempre en el centro, siempre buscando el equilibrio. Tiene la solución del dilema, una respuesta que no es la pedida, exigida y reclamada desde todos ámbitos, y, sin embargo, su personalidad no ha sufrido ningún desgaste. No ha sido atacado, criticado o puesto en candelero pese a que su solución, salomónica a medias, suene a salida de compromiso. No ha renunciado a su ideario de solidez táctica (al que repugna un equipo con tres puntas) y, a la vez, ha logrado que no se le caricaturizara como el monstruo antifantasía. ¿Inteligencia? También suerte.Todo el trabajo analítico y todo el peso que sobre el futuro pudiera tener la elección del técnico se quedaron en nada tras el último entrenamiento antes de partir ayer hacia Montpellier. Fue sólo una sesión de preparación física, pero trajo consigo la noticia: Del Piero (lesionado en la final de la Copa de Europa que perdió el Juventus con el Madrid) no estaba aún recuperado al cien por cien. No por lo menos para jugar 90 minutos. La decisión histórica la tomaba, finalmente la facilidad.

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Acabada una polémica, tocaba entonces hablar, por fin, de los problemas y las dudas que asaltaron a una sorprendentemente frágil Italia en su partido con Chile (2-2). También, de las dudas que asaltan a la squadra azzurra, y de los problemas en que puede devenir, ante su partido de hoy con Camerún. ¿Cómo fue posible encajar dos goles ante Chile? ¿Cómo puede la ordenada Italia jugar a una selección africana que no tiene tanto talento como la de anteriores Mundiales pero que ha hecho del caos su elemento vital? Preguntas que no se hacen. Como dice Vieri: "La polémica Baggio-Del Piero ha sido magnífica; los cameruneses se han olvidado de que existo yo").

Polémicas aparte, los números y las necesidades están ahí: Italia, una de las favoritas, debe ganar a Camerún, un rival siempre incómodo, pese a que sus nuevas figuras (Song, Njanka, Angibeaud) no tengan el brillo sorprendente de sus mayores, los de la generación de Milla y Oman Biyik. De todas formas, el partido no es decisivo: una derrota italiana no sería más que un resultado de vergüenza pasajera. Hasta un empate sería bien recibido. Seguiría marcando la tradición italiana en las primeras liguillas de los Mundiales.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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