La venganza por el asesinato del almirante Carrero Blanco
El señor Rivera al que alude el informe de la Guardia Civil es Pedro Martínez, más conocido como Pedro el Marino. Este capitán de fragata, nacido en 1928, estuvo vinculado a los servicios de información de la Armada y al Servicio de Documentación de Presidencia del Gobierno (Seced), creado por el almirante Luis Carrero Blanco.El atentado contra Carrero, el 20 de diciembre de 1973, está en el origen de la guerra sucia. No en vano, una de sus primeras acciones, y la más espectacular, fue el asesinato de José Miguel Beñarán, Argala, uno de los miembros del comando de ETA que mató al almirante, el 21 de diciembre de 1978 en Anglet (Francia).
Para que no quedara duda de que se trataba de una venganza, los asesinos de Argala utilizaron el mismo método empleado para matar a Carrero, la voladura de su vehículo, y eligieron el quinto aniversario del magnicidio, aunque el hecho de que el etarra no utilizase aquel día su coche le dio 24 horas más de vida.
Castellana, 5
A Pedro el Marino se le atribuye haber reclutado a los mercenarios que ejecutaron aquellos primeros atentados, utilizando como cantera a antiguos miembros de la OAS, el grupo terrorista francés opuesto a la independencia de Argelia, y a ultras italianos.El edificio del Paseo de la Castellana, número 5, que el señor Rivera dio a los guardias civiles como referencia para localizarle, era compartido en 1979 por el Ministerio del Interior y por el Cesid, formado dos años antes a partir de la fusión del Seced y del servicio de información del Alto Estado Mayor. No todos los miembros del antiguo servicio secreto de Carrero se integraron, sin embargo, en el Cesid: no lo hizo, entre otros, el capitán Pedro el Marino.
En la época en la que la seguridad del Estado impidió la investigación a Cherid, el ministro del Interior era el teniente general Antonio Ibáñez Freire, que en marzo de 1979 había sustituido a Marín Villa. En marzo del año pasado, fue preguntado por la revista Tiempo sobre los atentados contra etarras que se produjeron durante su mandato.
"Ningún ministro tiene en su mano todas las riendas", dijo Ibáñez Freire. "Al poco de ser ministro Rosón se produjo un atentado en el sur de Francia. Tengo la certeza de que Rosón ni preparó ni permitió esa acción. Lo conocí bien, estoy seguro de que para él fue una sorpresa. Me cuesta creer que ningún ministro, ni Barrionuevo, ni Corcuera, ni ningún otro, pusieran en marcha una cosa como los GAL. Hay que conocer Interior para comprender lo que es eso. En principio estoy a su lado. Rara vez las cosas son lo que parecen".
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