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Larios pretende cerrar su centenaria fábrica de embotellado de Málaga

La poca industria que queda en Málaga ha recibido otro golpe bajo. El grupo licorero Larios pretende cerrar su centenaria fábrica de embotellado antes de cuatro meses, según denunció ayer el sindicato Comisiones Obreras. La empresa se niega a hablar de despidos y sólo reconoce que habrá "una optimización de plantilla". Según el comité, la propuesta presentada el martes por la multinacional Pernod Ricard es bien clara: 30 de los 39 trabajadores de la factoría van a la calle; los nueve restantes se recolocarán en funciones administrativas y comerciales, en las que continuarán los 50 empleados existentes.

Los plazos también son muy precisos. En enero de 1999 las instalaciones donde actualmente se embotella ginebra, vodka, brandy y vinos deben estar cerradas. Esas tareas serán asumidas por la planta que la empresa posee en Manzanares (Guadalajara). Los planes del grupo cayeron como un jarro de agua fría entre la plantilla. Los trabajadores no ocultaron su indignación porque el miércoles, un día después de comunicarle su intención de cerrar la fábrica, Larios presentó un proyecto de museo industrial en Málaga "con el que reforzar los vínculos entre la compañía y la ciudad". La multinacional, que se hizo cargo de la factoría hace poco más de un año, no ha presentado un expediente de extinción de empleo. "Es un cierre empresarial encubierto. Como legalmente no tienen ninguna posibilidad de sacar adelante una regulación de empleo, quieren cargarse 30 trabajadores por la cara, pactando individualmente", protestó Manuel Gaitán, secretario del sector de alimentación de Comisiones Obreras. "Lo del museo ha sido para despistar", añadió el sindicalista. Algunos trabajadores creen incluso que esta iniciativa de recuperación del patrimonio industrial -que el grupo valora en 1.000 millones de pesetas y para la que anunció que buscará subvenciones- en realidad es una operación que podría cubrirse con la tercera parte de los fondos. El resto, se temen, "lo usarán para pagar los despedidos". En los últimos doce meses la empresa ha negociado la salida de 17 empleados. Desde 1995, el sector de la alimentación ha sido uno de los más castigados por la destrucción de empleo. Comisiones Obreras estima que en tres años se han perdido alrededor de mil puestos de trabajo. En ese período tres empresas del sector han cerrado sus centros de Málaga: Nestlé, Cervezas Victoria y Bacardí. "Es un cierre ilegal que la empresa pretende hacer a la brava argumentado cuestiones de organización", denunció Gaitán. Los responsables del grupo no contestaron ninguna de las cinco llamadas que EL PAÍS hizo ayer para conocer los planes de la multinacional en torno el futuro de la fábrica

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