Hacer caja
Quiero entonar públicamente un mea culpa por haber dejado el coche mal aparcado 20 minutos el día 10 de noviembre en la Clínica de La Concepcion, motivo por el cual la grúa procedió a retirarlo (16.300 pesetas más el taxi) y me fue impuesta la correspondiente multa (otras 15.000 pesetas). Quiero pedir perdón por mi incivismo, y prometo solemnemente que no volveré a hacerlo.Pero me gustaría que quienes dirigen a las grúas aplicaran el mismo rasero a todo el mundo. El trayecto en taxi hasta la plaza de Barceló parecía una carrera de obstáculos a causa de la doble fila, pero eso no parece importar.
La gente va a los hospitales por estricta necesidad y nadie, que yo sepa, se va a aparcar a la puerta de un hospital para pasar la tarde tomando unas copas. En cambio, las puertas de muchos restaurantes o bingos parecen gozar de una misteriosa inmunidad (¿o debería decir impunidad?) a las incursiones de la grúa.
Así, algunas calles anchas (Orense, por ejemplo) quedan reducidas a un carril por la doble y triple fila. Yo estoy de acuerdo con mi sanción, pero creo que el criterio no debe ser recaudatorio, sino de dar solución al tráfico.
Mi coche y los treinta y cinco más allí aparcados no molestaban en absoluto. El ir a "cazar" sobre seguro a la puerta de un hospital me parece, como poco, una mezquindad. Una persona con un tratamiento largo no puede pagar el parking todos los días. Eso sin contar que hay tratamientos de los que el paciente sale hecho polvo (quimioterapias, etcétera.) Y lo que menos necesita es encontrarse sin coche.
Yo rogaría a quien corresponda que tuviera consideración y que, en lugar de mandar tres grúas a un solo lugar de multa fácil, las repartiera y se dedicara a retirar los coches que de verdad molestan al tráfico.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.