El tono, las buenas formas y el poleo de Moncloa
A Julio Anguita en La Moncloa le tratan de cine. Sin discusión.Eso dijo. Josep Piqué estuvo de dulce con el coordinador general de IU. Da gusto. Tuvo un desliz, pero lo convirtió en elogio. Habló con fervor de la comparecencia de Anguita ante la prensa. En teoría, nada debía de saber del contenido. Pero lo cierto es que utilizó expresiones idénticas a las del líder de izquierdas y, en su afán por quedar bien, llegó a asegurar que Julio Anguita había dado, en su opinión, una versión exacta de su encuentro con Aznar. Sólo los mal pensados podrían preguntarse cómo lo supo. A Julio Anguita le dieron un poleo magnífico durante la hora y media que duró su encuentro con el timonel de España. A Julio Anguita le ponen mesa para que esté cómodo ante los periodistas. Luego quitan el tenderete para que Piqué hable de pie, como es costumbre. Anguita dijo que iba a proponer al "señor presidente del Gobierno" que "siguieran hablando del Estado".A Julio Anguita le gusta hablar del Estado. Del siglo XIX y del siglo XXI. Y a Julio Anguita le consta que la cuestión vasca es una cuestión que hay que abordar desde un punto histórico y global. A saber: los nacionalismos son un problema que hay que analizar desde la Gran Bretaña hasta los Balcanes. Por algo él es historiador. Y parece, según confesó Anguita, que Aznar está de acuerdo y le gusta y disfruta con disquisiciones histórico-teóricas de las cosas. Por eso Anguita ha propuesto a Aznar hablar de ello, sin prisas. Hablar del Estado sin los apremios de la maldita realidad de la violencia callejera o el cóctel mólotov o la bomba bajo el coche del concejal. Aunque no lo comparta, por supuesto. Y lo rechace. Profesión de fe en este caso hicieron ambos.
Anguita no comparte con Aznar ni una sola premisa política. Hay abismos, llegó a decir. Pero en lo personal están cercanos. En otras circunstancias hubieran compartido mus o futbolín y hubieran salido los matrimonios una noche a cantar incluso a un karaoke. La política -que es una madrastra- les ha situado en las antípodas. El destino, ya lo dijo Kavafis, es injusto siempre.
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