Contrafactual
SEGUNDO BRU El incierto panorama que se abre ante los socialistas valencianos sólo empezará a despejarse al día siguiente de las elecciones y, sobre todo, a partir del inicio del curso político, cuando en septiembre el grupo parlamentario encabezado por Antonio Asunción comience a ejercer sus tareas que, inevitablemente, todo parece indicar que serán desde la oposición. Antes del descanso estival sin embargo el candidato socialista ya habrá pasado por una de las pruebas personales e intransferibles -el debate de investidura- que, junto con el posterior debate presupuestario, nos servirán para valorar con más certeza -la que proviene de la disminución de la incertidumbre que arroja la información- si el PSPV comienza el nuevo siglo recomponiendo su principal problema, que es la falta de liderazgo y la carencia de cohesión que ello comporta, o si va a arrastrarlo unos años más. La prueba del algodón parlamentario no perdona. Prueba que Carmen Alborch, al margen de cuáles sean sus motivos y por comprensibles que éstos puedan parecer, ha rehuido una vez más, dejando nuevamente sin destapar el tarrito de sus esencias electorales. Claro que los admiradores de la Alborch no somos romeristas (de Curro, obviamente) por lo que no podemos alimentar nuestro fervor con el recuerdo de ninguna maravillosa tarde en la Maestranza perdida ya en la noche de los tiempos. Carmen sigue inédita en lo político, parlamentariamente hablando, mas allá de su indiscutible glamour. Y me temo que esta vez con su condición de eterna promesa seriamente erosionada. Pero, en cualquier caso y por lo que se desprende de las opiniones que pueden recogerse en gente de lo más diverso, hasta que los hechos vengan o no a contrastar empíricamente las teorías el PSPV va a vivir una temporada sumido en el universo del subjuntivo condicional, de lo que pudo haber sido y no fue, del "qué hubiera pasado si...". En otras palabras, la ucronía, la historia contrafactual -no se pierdan la magnífica introducción al tema en la obra Historia virtual coordinada por Niall Ferguson (Taurus, 1998)- va a estar a la orden del día en el socialismo valenciano, y en los comentaristas políticos, durante los próximos meses. Aunque Romero no rompa su prudente y encomiable silencio nadie podrá jamás probar a sus seguidores que con él las cosas no podrían haber tomado un rumbo diferente. Nunca sabremos el tirón electoral real que Carmen Alborch podría haber añadido al voto socialista y Asunción siempre podrá refugiarse tras el escaso tiempo con que ha contado antes de la campaña, con independencia de la responsabilidad directa que le corresponda en el acoso y derribo preelectoral del anterior candidato. Convendrá vacunarse contra los excesos y remitirse exclusivamente a la prueba del algodón. Ni perdona ni engaña. Aunque hablando de engaños también convendría que Asunción recordase que, afortunadamente en este caso, la política de pactos de su partido no es competencia personal suya ni se va a negociar en ninguna casa de Turís, porque dentro de la enérgica campaña de presencia mediática que ha iniciado el nuevo candidato hay dos lamparones que ofenden la vista. El más importante es su sorprendente declaración de que ni afirma ni descarta un pacto poselectoral con Unión Valenciana. El otro, su elocuente silencio sobre el lamentable espectáculo de Zaplana y sus censuras en París. ¿O serán dos caras de la misma moneda?
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