Los líderes de los "siete grandes" empiezan a recomponer su relación con Rusia
La UE acuerda ayudar a la reconstrucción de Kosovo con 274.000 millones de pesetas
Los líderes del G-7 decidieron ayer recomponer sus relaciones con Rusia, después de las tensiones a las que éstas han sido sometidas por la guerra del Kosovo. El presidente ruso, Borís Yeltsin, puede viajar esta mañana tranquilo a Colonia, porque, tal como él quería, sus interlocutores mantendrán las formas, y Rusia no será tratada como un país en vías de desarrollo, tal como él había temido. Los países del G-7 han accedido a retirar el documento titulado Cooperación para la prosperidad de Rusia, que al jefe del Gobierno, Serguéi Stepashin, le pareció vacío de contenido.
En cambio, los líderes del G-7 se avinieron a mencionar el problema de los diferentes capítulos de la deuda rusa en el comunicado final de la cumbre que será difundido hoy. Stepashin habría dicho a sus interlocutores en Colonia que "si nos quieren ayudar concretamente, introduzcan el perdón de las deudas soviéticas en el comunicado". "Y lo incluyeron", afirmó el primer ministro, que se entrevistó ayer respectivamente con el canciller alemán Gerhard Schröder, con el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, con el primer ministro británico, Tony Blair, y con el jefe del Gobierno italiano, Massimo D"Alema. En el deseo de conocer directamente a Stepashin, en el enfoque de las líneas concretas de ayuda a Rusia que se abordaron y en la disposición a aceptar las formas deseadas por Yeltsin se adivinaba ya el cambio de orientación que comienza a operarse en Occidente, tras la firma en Helsinki del acuerdo para organizar el contingente militar internacional en Kosovo. Sandy Berger, el asesor de Seguridad de Clinton, dijo ayer que el conflicto en Kosovo era "una especie de elefante en la habitación". "Ahora que se ha ido, podemos volver a ocuparnos de los problemas", manifestó Berger.
El próximo obstáculo que deben superar las relaciones entre Rusia y los países occidentales son las elecciones rusas, tanto parlamentarias (a finales de año) como presidenciales (el año próximo). De ahí, que una de las líneas de colaboración debatida ayer fue la ayuda médica, algo que puede tener un efecto positivo de cara a la imagen de occidente y no contribuir a la impresión de que los préstamos occidentales pasan inmediatamente a los bolsillos de unos pocos. En lo que se refiere a la deuda rusa, el optimismo de Stepashin contrastaba ayer con la actitud algo más esceptica del ministro de Finanzas ruso, Mijaíl Kasianov.
Rusia tiene una deuda exterior de unos 150.000 millones de dólares [casi 23 billones de pesetas] (de los cuales unos 100 millones provienen de la antigua URSS). Este año, debe pagar este año un total de 17.500 millones, de los cuales 4.600 millones corresponden al Fondo Monetario Internacional (FMI). Un 70% de la deuda rusa con el Club de Paris (que totaliza unos 32.000 millones de dólares) corresponde a Alemania.
Por otra parte, la Unión Europea (UE) ha prometido invertir 1.650 millones de euros (274.536 millones de pesetas) en ayuda humanitaria y de reconstrucción para el Kosovo, según anunció el presidente de la Comisión Europea, Jacques Santer, ante los líderes del G-8. El programa contempla la entrega de 150 millones de euros este año y 500 millones más anualmente durante los tres ejercicios posteriores. Se trata de fondos de los presupuestos de la UE y, según explicó Günter Burghard, director de Relaciones Exteriores de la Comisión, se tratan de estimaciones aproximadas de trabajo, y no de una cifra definitiva, y se aplicarán únicamente al Kosovo. Ni los representantes de la comisión que informaron de los proyectos de ayuda, ni los portavoces de varios países implicados, entre ellos Italia y Japón, supieron delimitar claramente donde concluye la ayuda humanitaria y donde comienza la reconstrucción. La confusión, que se mantuvo pese a la insistencia de los periodistas en aclarar este tema, hizo pensar que el elemento de ambigüedad es deliberado para decidir en cada caso concreto cómo abordar la reconstrucción de un puente, una central eléctrica o una carretera, por ejemplo. Al margen de esta ayuda presupuestaria, está la captación de fondos mediante las dos conferencias de donantes previstas. La primera de ellas con objetivos inmediatos (vuelta de los refugiados a sus hogares) se celebrará a fines de julio en Bruselas, auspiciada por la Comisión Europea y el Banco Mundial. La segunda, en septiembre, tendrá un carácter más amplio e incluirá la ayuda macrofinanciera para Kosovo y, posiblemente otras regiones.
Todo esto se complementa con ayudas en forma de préstamos para los países afectados (con excepción de Serbia) de cara a reconstruir la economía en el marco de una mayor cooperación regional.
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