España redescubre su grandeza
La selección maniata a Sabonis, se sobrepone a los triples de Lituania y se clasifica para jugar las semifinales ante Francia
La selección española redescubrió ayer, cuando menos se esperaba, ante la potente Lituania de Sabonis, la ruta de las medallas y de la gloria. En las condiciones más extremas, ante un desafío de una envergadura monumental, España redescubrió su grandeza. Llevaba esta generación de jugadores españoles camino de perderse sin haber degustado un éxito y de hacer crónica su enfermedad, sus repetidos pinchazos en los cuartos de final, tantos que se pierden ya en el recuerdo: Alemania 93, Atenas 95, Barcelona 97 y hasta en el Mundial del año pasado. Nunca se pasaba de ahí. La fatalidad era tan repetida que el desafío se tomaba con resignación cristiana. Y por eso se entiende que Herreros, el jefe de esta generación, lo celebrara a golpe de lágrima, como muchos de sus compañeros. Se habían quitado una espina. Se habían repuesto de un mal endémico. Ya no podrán ser señalados con el dedo. La proeza la lograron en un partido un tanto extraño, en el que su mayor mérito fue impedir que Sabonis apenas lo jugara. El gigante lituano se perdió por el magnífico control al que le sometió De Miguel y el esquema de ayudas en defensa del equipo español. Desquiciado el gigante lituano de la NBA, no supo ni cómo tirar, ni cómo asistir y acabó cometiendo faltas a destiempo y de mala manera.
ESPAÑA 74 LITUANIA 72
España: N. Rodríguez (3), Jiménez (4), Herreros (28), Reyes (8), De Miguel (7); Dueñas (6), Angulo (10), Romero ( 0), Corrales (4), De la Fuente (4). 23 canastas de 50 intentos. 7 de 18 triples. 21 de 30 tiros libres. 31 rebotes, 5 en ataque. 24 faltas personales. Eliminado: Reyes (m. 38). Lituania: Maskoliunas (0), Stombergas (8), Karnisovas (17), Masiulis (8), Sabonis (3); Einikis (2), M. Zukauskas (5), Jasikevicius (22), E. Zukauskas (5) y Adomaitis (2). 22 canastas de 51 lanzamientos. 9 de 20 triples. 19 de 27 tiros libres. 33 rebotes, 7 en ataque. 24 faltas personales. Eliminado: Sabonis (m. 30). Árbitros: Cazzaro y Sudek. Pabellón Bercy. 14.000 espectadores.
Lituania, muy dependiente de su estrella, tardó en reponerse. Y Sabonis, pese a que fue dosificado, fue eliminado cuando faltaban diez minutos de partido. A España le quedaba por superar todavía dos lastres: la falta de alguien que acompañara en el tiro a Herreros y sobreponerse a la inspiración de Jasikevicius, que hizo tambalear la victoria española a base de una excepcional serie de triples (5 de 7 intentos).
El partido empezó con viento favorable. De Miguel trató en pie de igualdad a Sabonis. Todo el equipo español defendió en torno al gigante lituano. Sabas se fue al banco en el minuto diez con la sensación de haberla pifiado. No anotaba, ni siquiera conseguía recibir el balón con posibilidades de encarar el aro. Y cuando se quedaba fuera de la zona, el marcaje de De Miguel también era implacable. Sabonis tampoco podía organizar, como es capaz de hacerlo, con sus prodigiosos pases y asistencias. La dependencia de Sabonis, la forma en que Herreros se imponía a Stombergas y el buen marcaje de Jiménez a Karnisovas los pagaba muy caros Lituania: 23-11.
Pero el equipo español, con los cambios, se encalló en el marcador. No había manera de anotar con el quinteto reserva en pista. Y en defensa sólo se mantenía el tipo a base de faltas. Lituania entró en el partido, y después de empatar se fue al descanso con sólo tres tantos de desventaja: 34-31. Muy pocos para el manejo de los acontecimientos con el que habían empezado los españoles.
Lituania mantuvo su línea de progresión con el gigante Zukauskas marcando la línea bajo tableros (38-43). Pero el empaque defensivo volvió a ser la mejor arma de España. Regresó Sabonis después de que los lituanos llegaran a pasarse jugadas enteras sin siquiera poder intentar el lanzamiento. Y fue visto y no visto. Sabonis cometió su quinta falta y se despidió del partido. Lo más duro del trabajo ya estaba hecho. Recurrió entonces España a una táctica inesperada. De la Fuente sustituyó a Reyes y la selección se quedó con un sólo pívot en pista. El entramado táctico se había desnaturalizado.
Y no le fue mal a España porque de esa forma pudo alinear a Angulo y Herreros al mismo tiempo y eso le dio muchas más posibilidades en ataque. Los lituanos entraron al trapo. También se quedaron con un pívot, y Karnisovas se emparejó con De la Fuente dentro de la zona. España abrió hueco: 64-54, ya con menos de cinco minutos por disputarse.
La proeza estaba a un paso. Pero entonces surgió la figura imparable de Jasikevicius, que anotó tres triples casi consecutivos. Lituania llegó a situarse a un punto: 65-64. Pero ni Herreros ni Angulo fallaron y tampoco De la Fuente en un reverso trascendental desde la zona de pívot bajo. Otro triple de Jasikevicius puso a los lituanos a un punto (70-69). Quedaban 30 segundos. Anotó Herreros. Anotó Karnisovas. Anotó Angulo. Quedaban 11 segundos. España ganaba por 74-72. Se la jugó, cómo no, Jasikevicius. Falló.
España vuelve a estar en la senda de la gloria. La que abandonó en 1991, la última vez que había logrado entrar en semifinales y ganar una medalla. Después de un campeonato en el que su juego había sido muy mediocre y en el que había superado a duras penas las dos primeras fases, España ante un rival de entidad, volvió a ser grande. Alcanzada ya la plaza para los Juegos Olímpicos de Sidney, el equipo español va hoy al encuentro de Francia, la anfitriona, para plantarse nada menos que en la final.
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