Madrid y Cataluña
Soy madrileño, aunque también parte de mi familia es catalana. Creo que Madrid es una ciudad abierta, desenfadada y maravillosa, pero, por otro lado, también me gusta Barcelona: soy del Barça. Entiendo sin problemas el catalán (recuerdos de infancia) y admiro la cultura catalana. Me enorgullezco cuando oigo hablar bien de Barcelona en el extranjero (esto ocurre, sobre todo, desde los Juegos Olímpicos).Todo esto es normal, pero hasta ahora ha sido difícil admitirlo con naturalidad. Los últimos 19 años han transcurrido enfrentándose Madrid con Cataluña. Unos, ostentando un poder político que ya no existe; otros, negociando perpetuamente competencias e intereses. Por fin llega alguien que habla de amistad, que ve posibles un respeto y una admiración mutuos, sin el frentismo secular; alguien que defiende a Cataluña, pero que no nos mira a los madrileños con resquemor, ni miedo, ni hostilidad; alguien que no juega al victimismo ni al regateo, que sabe que podemos trabajar en la misma dirección.
Los catalanes decidirán si quieren que sean veintitrés los años de régimen pujolista. Si así lo deciden, será más difícil para mí confesar que me gusta Cataluña.- . .
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