Conmovedor regreso de "Superlópez"

Las Palmas se merece el agradecimiento de la afición del Atlético con dos motivos fundamentados. El equipo canario ha servido para que Kiko y López, dos mitos vivientes de la hinchada, reaparecieran en un partido oficial. Antes de la Navidad fue Kiko. Ayer, debutó Juanma López después de dos años y dos meses recuperándose de dos roturas sucesivas de ligamentos cruzados. Una entrada truncó su estrellato en Anoeta, el 14 de noviembre de 1997.El público lo vio calentar y entonó el "Superlópez", un himno que es un tópico en el Frente Atlético. Era la cuarta vez que iba convocado, pero hasta ayer no había podido jugar.

Ranieri lo cogió por los hombros. "Has calentado bien", le dijo, como avisándole que había llegado su hora sagrada. López se quitó el jersey y lució la camiseta a rayas rojas y blancas. Corría el minuto 70 y el público estalló en un griterío al ver su melena. Desde el banquillo, al calentar en la banda, antes de saltar al campo, López sintió muchas cosas. Con eufemismos -por no mencionar la palabra "miedo"- relató que "cuando llevas tanto tiempo sin jugar piensas que te puede pasar cualquier cosa; piensas en que algo te va a doler, que las piernas no te van a responder bien, que la vas a cagar... Porque el partido todavía estaba 0-0, estaba complicado".

Nada de eso ocurrió. Al contrario, la ovación en avalancha que le dedicó el público lo sumió en un estado de enajenación. Se olvidó de los temores: "Cuando escuché al público me olvidé de todos los problemas, estuve rápido, me sentí ligero, las piernas me respondieron bien, llegué bien a un par de cruces. La verdad es que estoy muy contento".

Para López concluyó su época más negra. "Terminaron dos años de sufrimiento", sentenció al salir del vestuario. Junto a Kiko, tendrán la misión de abanderar la remontada después de una media vuelta de Liga aciaga para el Atlético.

Por otra parte, el palco permaneció desierto ayer por segundo partido consecutivo en el Calderón. Ni el administrador judicial Luis Manuel Rubí, ni nadie de la familia Gil se acercaron por las inmediaciones.