Puja por los derechos humanos
Lejos de los tonos agresivos, impactantes, dramáticos e incluso sensibleros con los que algunas asociaciones no gubernamentales tiñen sus campañas para obtener fondos, el grupo local de Amnistía Internacional (AI) de Valencia ha optado por conjugar arte y denuncia en un acto que abre la semana de conmemoraciones con motivo de su vigésimo aniversario. Más de 70 artistas de primera fila, entre los que se encuentran Joaquín Michavila, Artur Heras, el Equipo Límite, Miquel Navarro o Antoni Miró han respondido a la llamada de la asociacion de defensa de los derechos humanos para ceder obras que serán subastadas en beneficio de la entidad humanitaria. Junto a ellos, han participado la Consejería de Cultura, y Bancaixa, además del Palau de la Musica. Hasta el 31 de marzo las litografías, óleos, aguafuertes, serigrafías o acuarelas donadas permanecerán en la sala de exposiciones del Palau de la Música para que puedan ser observadas por los potenciales compradores. Durante este periodo se podrá incluso realizar una puja previa depositando una ficha por el precio que se desee pagar por la obra. El 31 de marzo a las 18.30 horas, se celebrará la subasta en la sala Joaquín Rodrigo del mismo Palau.El comisario de la exposición trabajó en un principio con un listado de 40 artistas, a quienes se les solicitó una obra. "Sólo uno de ellos se negó a cederla", señaló Rafael Prats, quien destacó la naturaleza "nada habitual" de la muestra debido a la heterogeneidad temática así como de técnicas y estilos representados. Al ir corriendose la voz, numerosos artistas se fueron sumando a la iniciativa hasta superar los 70. "Hubo un momento que hasta tuvimos que rechazar ofrecimientos", destacó Prats.
La subasta es el primer acto de las celebraciones con las que AI conmemora sus 20 años de presencia en España. A principios de los ochenta, la docena de personas que integraban la asociación se movía en la "semiclandestinidad", como apunta Juan Ortolá, uno de los primeros integrantes de la agrupación. La escasa presencia en los medios de comunicación a duras penas superaba las apariciones en la emisora libertaria Radio Klara y la existencia del grupo era escasamente conocida. "Las cosas han cambiado", reconoce Ortolá. Actualmente la agrupación de Valencia es la más numerosa de las que hay en el Estado con sus 1.000 socios -70 de los cuales forman el núcleo activo- y a lo largo de las dos décadas de actividad han amparado a presos de conciencia argentinos, pakistaníes, guineanos, rusos, turcos o cubanos, entre otros. Durante este tiempo "al cambiar las técnicas de represión han cambiado las de actuación". Cada vez, señala Ortolá, son menores las agresiones localizadas contra defensores de los derechos humanos significados y más los ataques indiscriminados contra poblaciones enteras, especialmente en países como Colombia o Guatemala. Actualmente el grupo local mantiene activas las campañas en petición de una moratoria en la pena de muerte este año, la erradicación de las armas ligeras -causantes del 80% de las muertes civiles en los conflictos bélicos- y a favor de la puesta en marcha de los acuerdos de la conferencia de Pekín de 1990, que exigieron una vigencia real de los derechos de la mujer.
La celebración se completa con un ciclo de conferencias del 27 al 30 de marzo. Las dos primeras tratarán sobre la actividad de las mujeres de negro, pronunciada por su presidenta, Stasa Zajovic, y una aproximación de los derechos humanos en Palestina, a cargo de Anwar Sammar, ex miembro de la comisión palestina de derechos civiles. Las dos últimas, que como las anteriores se celebrarán a las 19.30 horas en el Centro Cultural Bancaja tratarán la pena de muerte, presentada por Javier Sádaba, catedrático de Filosofía Moral de la Universidad Autónoma de Madrid, y sobre "la devaluación de los derechos humanos en la globalización" a cargo de Ignacio Ramonet.
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