Los hongos traen premio
Lo que él quiere realmente -Ramón Salazar, malagueño, actor y estudiante de guión fílmico en Madrid- es "contar historias de sentimientos basadas en personajes potentes". Pero lo que debe estar preguntándose ahora toda la industria cinematográfica es qué tendrá este chaval de 26 años que con su primer cortometraje, Hongos, ha ganado 18 premios en sucesivos certámenes del género en menos de cuatro meses.Ninguno es, naturalmente, el Óscar. Pero entre ellos se encuentran galardones prestigiosos dentro del circuito cada vez más amplio del corto en España, como el del festival de Cine de Gijón, el de cortometrajes de Alcalá o el último, el pasado fin de semana, en la ciudad valenciana de Sueca.
Lo que resulta indiscutible es que desde el punto de vista de la producción los números le han salido redondos. Su corto -que escribe, dirige y coproduce junto a su amigo Koldo Zuazúa- no llegó ni al millón y medio de pesetas de coste y ya ha agarrado en premios más de cuatro millones de pesetas.
Un éxito que ya vieron algunos de sus profesores de la escuela de Cine de Madrid -entre los que se encuentra Jaime Chávarri, que tiene, junto a Antonia Sanjuán, un papel en Hongos- cuando le aconsejaron que aquel ejercicio de final de curso de 20 minutos de duración filmado en vídeo debía kinescoparlo (pasarlo a soporte fílmico) porque tenía posibilidades.
Las tenía y las sigue teniendo porque la racha no para. Mientras su fama crece en el incipiente mundillo de cortometrajistas malagueños que ensalzan, aun sin haberla visto, esa extraña metáfora sobre el desamor simbolizada en los hongos vaginales de la protagonista, hoy Ramón estará adaptándose al cambio horario en Buenos Aires, a cuyo Festival Internacional de Cortometrajes ha sido invitado a concursar.
Y luego vendrá Lisboa. Y después Berlín... Y aún no sabe si en Málaga, en el Festival de Cine Español de su ciudad, podrá concursar y traerse un nuevo pellizco. Sería el mejor premio.
Porque Ramón, al igual que Mónica Cervera, la elogiada protagonista de Hongos, mantiene una extraña relación artística con su ciudad. Lo que son las cosas: hace tres años, un joven Ramón Salazar, diplomado por la Escuela de Arte Dramático de su ciudad, presentaba un ejercicio final de curso que levantó ampollas entre algunos de sus profesores.
Llamó a su montaje Los folladores del sueño y allí se tomaba revancha contra un sistema de enseñanza que "no fomentaba en absoluto la creatividad y libertad del artista"... La historia se repite una y otra vez: Málaga es una cuna de talentos que deben huir de ella para brillar un poco, pero que agradecerían en lo más íntimo el reconocimiento de los suyos.
Que en España la industria del cine se ha puesto las pilas y está ávida de nuevos talentos parece un hecho incontestable. Ramón comenzará a dirigir su primer largo en septiembre. "Una historia", avanza, "que cuenta las relaciones entre cinco hombres y cinco mujeres y en todas ellas tienen gran importancia los pies o los zapatos de ellas".
Todo parece haber cambiado para este actor director y guionista que cita a Julio Medem o Icíar Bollaín como referentes de las historias emocionantes que aún se pueden contar desde una pantalla. "Antes nos volvíamos locos para que alguien nos hiciera caso; ahora el teléfono no para de sonar", dice con sorprendente aplomo Ramón, un muchacho que convirtió el picor íntimo de una mujer en el símbolo de los amores que se marchan.
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