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Galindo, Elgorriaga y Vaquero ingresan en prisión por la gravedad de sus condenas

El general Enrique Rodríguez Galindo, el ex gobernador de Guipúzcoa Julen Elgorriaga y el teniente coronel Ángel Vaquero, condenados a penas que oscilan entre 69 y 71 años de cárcel por los secuestros y asesinatos de los etarras José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala en 1983, ingresaron ayer en prisión. La Audiencia Nacional acordó su encarcelamiento inmediato basándose en la gravedad de las penas que les han sido impuestas, "el máximo de cumplimiento legalmente previsto" por lo que entiende que la condena debe ir ligada "a las máximas garantías para asegurar su eventual cumplimiento".

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La sentencia no ha recogido la existencia de riesgo de fuga, tal y como el lunes pasado había solicitado Galindo ante el tribunal, pidiendo que no se justificase en esa circunstancia su ingreso en prisión añadiendo "un plus de indignidad" a su condena. No obstante, el riesgo de fuga aparece mencionado en las sentencias del Tribunal Constitucional en las que la Audiencia Nacional ha fundamentado su decisión. La resolución reconoce los méritos de los condenados y señala: "En este caso es obligado reconocer que Enrique Rodríguez Galindo siempre ha venido cumpliendo sus obligaciones con el Tribunal, y que no se trata de atribuirle sospecha de indignidad a quien desde la Guardia Civil ha prestado tantos y tan meritorios servicios a la sociedad, pero esta resolución debe vincularse a la sentencia que se ha dictado en la presente causa, al análisis de los hechos y de las pruebas que en la misma se realiza y a la pena que se impone".

La decisión adoptada con respecto a Galindo -el general más laureado de España por la lucha contra ETA-, Elgorriaga y Vaquero anticipa que el tribunal prorrogará la prisión preventiva para los ex guardias de Intxaurrondo Enrique Dorado y Felipe Bayo, que el próximo día 20 cumplirán cuatro años en la cárcel, y sobre lo que el tribunal tiene que pronunciarse.

No pudo cambiarse

Ninguno de los condenados podrá permanecer en prisión preventiva más allá de la mitad del tiempo de cumplimiento efectivo de las penas a las que han sido condenados. No obstante, esta cautela es meramente teórica, puesto que los recursos de casación que todos los condenados y las acusaciones popular y particular han interpuesto contra la sentencia de la Audiencia Nacional no tardarán en fallarse más allá de un año. Entonces, la sentencia que se dicte, tanto si confirma la de la Audiencia Nacional, como si la revoca, será firme, por lo que la prisión ya no sería preventiva sino cumplimiento de condena.

Galindo, Elgorriaga y Vaquero estuvieron más de una hora en la planta baja de la Audiencia Nacional esperando la decisión, que recibieron tranquilos. Elgorriaga, según uno de los letrados de la defensa, solicitó ir a su casa para cambiarse de ropa antes de ser trasladado a la prisión de Alcalá Meco, pero el tribunal no accedió. Galindo y Vaquero ya llevaban preparado el petate.

El general hizo llegar a los periodistas, a través de su letrado José María Fuster-Fabra, un comunicado en el que lamentaba no poder despedirse personalmente y señalaba que asume la condena, tanto la suya como las de los demás acusados, como un servicio más a su país. También agradeció a los medios de comunicación su dedicación y profesionalidad en el seguimiento del juicio y reiteraba su inocencia y la de los otros condenados.

Galindo y Vaquero ingresaron en la Prisión Militar de Alcalá de Henares a las 16.15. Galindo iba acompañado por el general Morales, al establecer las ordenanzas militares que debe ser conducido a prisión por un militar de igual o superior rango. Elgorriaga, por su parte, ingresó pasadas las tres de la tarde en la prisión de Alcalá-Meco.

El general comentó a los informadores que pensaba llevarse a prisión la Biblia, que siempre le acompaña y un best seller titulado El Ocho, de Katherine Neville.

Ángeles López, abogada de la acusación del caso Lasa-Zabala en representación de la Asociación contra la Tortura, comentó respecto a la decisión del tribunal: "No es un momento de satisfacción cuando alguien ingresa en prisión, pero en este caso tengo el sentimiento de que es lo justo".

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