Putin premia con una relación privilegiada la ausencia de críticas por parte de Aznar
El presidente ruso, Vladímir Putin, regaló ayer los oídos de su anfitrión, José María Aznar, subrayando el peso político y económico de España, "que crece de día en día" en la escena internacional. Putin le eligió, además, como "socio para una relación fiable y a largo plazo". El jefe del Gobierno español le correspondió, en una rueda de prensa conjunta, evitando cualquier reproche sobre los dos asuntos más espinosos de la política rusa: la guerra de Chechenia y el acoso a la prensa crítica. Ambos mandatarios acordaron institucionalizar relaciones y celebrar una reunión anual al máximo nivel.
Rusia dio ayer a España lo que EEUU le regatea: el reconocimiento de su peso internacional y la institucionalización de relaciones privilegiadas. La sintonía personal entre Putin y Aznar y la difícil situación de Rusia, necesitada urgentemente de inversiones y criticada por su política en materia de derechos humanos, obraron el milagro.En la rueda de prensa conjunta con que culminó la primera visita a España del nuevo inquilino del Kremlin, ambos mandatarios anunciaron su compromiso de celebrar una cumbre anual, similar a las que Rusia mantiene con potencias como EEUU, China o Alemania. Además, los ministros del Interior, Jaime Mayor Oreja, y Vladímir Rushailo, se reunirán en breve para tratar de intensificar la cooperación en la lucha contra el crimen organizado.
En octubre se reunirá en Moscú la hasta ahora languideciente Comisión Mixta Hispano-Rusa, bajo la presidencia de los respectivos responsables económicos, Rodrigo Rato y Viktor Jristenko, para impulsar las relaciones comerciales y las inversiones españolas en Rusia. Un primer fruto de la visita ha sido el acuerdo firmado entre el Gobierno ruso y la compañía española Talgo.
Putin se enfrentaba ayer a una situación embarazosa, debido a la detención en Moscú de Vladímir Gusinski, presidente del único grupo de comunicación crítico con el nuevo poder, y no pudo evitar que se le preguntara repetidamente sobre ello a lo largo de la jornada. Aznar eludió el asunto alegando que no había sido objeto de las conversaciones.
Más lejos fue el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, quien en un encuentro previo con su homólogo ruso, Igor Ivanov, asumió su versión de los hechos. "Se ha producido [la detención de Gusinski] sin que aparentemente eso fuera conocido por las autoridades rusas, empezando por el propio presidente Putin", quien "ha dicho lo que ha sucedido: una actuación de la fiscalía, que actúa con plena independencia", explicó Piqué.
"A partir de ahí, hay que respetar los procedimientos judiciales, como en cualquier otro Estado de Derecho". Por parte española, concluyó, "no hay más que añadir, excepto tener la seguridad de que en ningún momento se está produciendo un atentado a la libertad de expresión, sino que atendemos las explicaciones rusas de que se trata de un procedimiento judicial normal, como en cualquier otro país".
Aznar comenzó la rueda de prensa avalando las credenciales democráticas de Putin, al recordar que éste ha recibido recientemente la confianza de los electores y que en Rusia "se ha producido un histórico traspaso democrático de poderes".
Tan exquisito fue con su huésped que eludió repetir su postura favorable a una solución negociada de la guerra de Chechenia. "Ya conocen la posición del Gobierno español", contestó. Tampoco replicó a Putin cuando éste aseguro que la opinión española sobre el sistema nacional de defensa antimisiles de EEUU "está muy cerca" de la rusa.
Putin, por su parte, subrayó que "no es casual" que España haya sido el tercer país que visita como presidente, sólo después del Reino Unido e Italia.
Encantados de haberse conocido
Aznar y Putin comparten fama de políticos secos y fríos en el trato personal. Así al menos se lo dijeron sus asesores, quienes, según palabras del presidente ruso, cometieron un "error garrafal". También Aznar bromeó con la "impenetrabilidad caracteriológica" del nuevo inquilino del Kremlin, sobre la que había sido advertido. Es habitual que los políticos subrayen su buena química pero, al contrario que en otras ocasiones, ayer no parecía fingida. Así pudieron comprobarlo quienes asistieron a la comida que el jefe del Gobierno español ofreció en La Moncloa al matrimonio Putin antes de que partiera rumbo a Berlín. Cuando le preguntaron a Aznar el motivo de sus sonoras carcajadas, éste explicó que Putin había contado un chiste sobre loros. No quiso precisar más.
Los dos mandatarios demostraron desde el principio su propósito de cimentar una relación personal más allá de la institucional. Los ministros de Asuntos Exteriores, Josep Piqué e Igor Ivanov, y los respectivos embajadores se quedaron el martes con un palmo de narices cuando sus jefes decidieron, saltándose el programa, reunirse a solas, sin más compañía que los intérpretes. La entrevista se prolongó tres cuartos de hora más de lo previsto. Por eso, ayer pareció creíble su anuncio de que, además de las citas anuales, conversarán regularmente por teléfono. Putin y Aznar tienen 47 años, los mismos que el premier británico Tony Blair. Tal vez por esa casualidad, Blair es el mejor aliado de Putin y de Aznar.
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