Muere el genial cómico Walter Matthau
Para su compañero de éxitos Jack Lemmon, el actor era "como un juguete de cuerda"
Walter Matthau, actor de vis cómica, rostro complicado y cuerpo desgarbado que alcanzó la gloria del Oscar en 1966 con The fortune cookie, falleció ayer en Santa Mónica (California) a los 79 años a consecuencia de un ataque al corazón. Matthau, familiarizado con los galardones y reconocimientos públicos, ha dejado para la historia del cine dos grandes éxitos, La extraña pareja y Viejos gruñones, ambas coprotagonizadas con Jack Lemmon, rival en la pantalla y amigo fuera de ella.
Walter Matthau, actor de vis cómica, rostro complicado y cuerpo desgarbado que alcanzó la gloria del Oscar en 1966 con The fortune cookie, falleció ayer en Santa Mónica (California) a los 79 años a consecuencia de un ataque al corazón. Matthau, familiarizado con los galardones y reconocimientos públicos, ha dejado para la historia del cine dos grandes éxitos, La extraña pareja y Viejos gruñones, ambas coprotagonizadas con Jack Lemmon, rival en la pantalla y amigo fuera de ella.Matthau ya padeció un infarto en 1966 y diez años después pasó por el quirófano para que se le practicara un by-pass. Esta vez, su corazón de hombre bueno y burlón no pasó la prueba y se paró poco antes de las dos de la madrugada de ayer en el hospital en el que había sido internado de urgencia.
El actor, que se engrandecía en papeles de hombre frustrado por la vida, nació en 1920 en una familia judía pobre de Nueva York, emigrada a Estados Unidos desde la Rusia zarista. El padre, que se marchó de casa en 1923, había sido vendedor ambulante en Kiev y la madre se empleó en una fábrica de tejidos. La necesidad de cambiar su apellido Matuschanskavasky por otro más corto se le hizo evidente al niño Walter cuando empezó a interpretar pequeños papeles en obras teatrales en yídish en el neoyorquino Lower East Side.
El talento y la capacidad para la comedia que mostró entonces tardaron muchos años en consolidarse. El aspirante a actor fue llamado a filas en la Segunda Guerra Mundial, en la que ganó seis medallas como operador de radio de un bombardero. A la vuelta de los cielos de Europa, Walter Matthau pujó por entrar en el firmamento teatral y se enroló en Nueva York en el centro de arte dramático Nueva Escuela. A los 28 años tuvo su primer contacto en Broadway como actor suplente para el papel de un octogenario obispo inglés en Ana de los mil días. Rodó su primera película haciendo de malo en El hombre de Kentucky, una del Oeste protagonizada y dirigida en 1955 por Burt Lancaster, pero por entonces el grueso de su actividad artística se desarrollaba sobre las tablas de los escenarios. Con fortuna y talento: consiguió numerosos galardones de la crítica.
El dramaturgo Neil Simon escribió a propósito para Matthau el papel del caótico Oscar Madison en La extraña pareja, donde realizó una interpretación sinfónica del insufrible protestón y divorciado periodista deportivo. "Cada noche hacía La extraña pareja de un modo diferente. El lunes era como si fuera judío; el martes, italiano; el miércoles, germano-irlandés... y también los mezclaba todos. Lo hacía para divertirme, y siempre funcionó", manifestó hace unos años, recordando aquel hito.
El éxito teatral de 1965 fue llevado a la pantalla tres años después con Lemmon en el papel del detallista fotógrafo Felix Unger. "Todo actor se pasa la vida esperando el papel que combine su talento y su personalidad. La extraña pareja fue el mío. Fue el plutonio que necesitaba. Ahí empezó todo para mí", declaró el actor en 1971. El Tony conseguido en 1965 por La extraña pareja fue seguido al año siguiente por el Oscar por En bandeja de plata, don- de hacía de cuñado de Lemmon.La sociedad Matthau-Lemmon fue un espectacular acierto en media docena de ocasiones, hasta el extremo de formar una pareja clásica de Hollywood, en la que el nombre de uno se asocia automáticamente con el otro. Lemmon, muy afectado ayer por la pérdida, mantenía que Matthau era "como esos juguetes de cuerda que tienen los niños".
Los triunfos en la pantalla a mediados de los sesenta apartaron a Matthau de los escenarios. El brillo cinematográfico le llevó dos veces a ser propuesto para el Oscar, en 1971 y 1975. En los años noventa volvió al primer plano con Daniel el travieso y las dos versiones de Viejos gruñones. Su estancia sobre los hielos de Minnesota en la primera de ellas le costó una neumonía doble y una hospitalización en 1993.
Su última interpretación la realizó hace unos meses en Hanging up, junto a Diane Keaton, Meg Ryan y Lisa Kudrow, en la que hacía de insufrible y ruin viejo padre que trae por la calle de la amargura a la hija que le cuida. Cuando en la promoción de la película se le preguntó a Matthau si le gustaba el desagradable papel, respondió que sólo le atraía como personaje que le permitía expresar a él como actor la ruindad.
El cómico Walter Matthau derrochaba ironía y se reía de los ampulosos y presuntuosos y hasta de sí mismo. Una vez que le preguntaron por su ascendencia, declaró que era hijo de un sacerdote ortodoxo lituano, y cuando tuvo que cumplimentar un formulario para la seguridad social se puso como apellido intermedio -el de la madre, que los norteamericanos suelen dejar convertido en una inicial entre su nombre y el apellido del padre- el de Foghorn (sirena que alerta a los barcos en zonas de niebla), una invención que le acompañó siempre en la documentación pública y que también podría servir para calificar su tono de voz.
Matthau se casó dos veces, en segundas nupcias con la actriz Carol Marcus. Deja tres hijos. Charles, el que tuvo con Carol, es el director cinematográfico que dirigió a su padre hace cuatro años en El arpa de hierba.
Babelia
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