Dolor en el buen cante
Eso de que los extremos se tocan, en el caso de Antonio Reina Gómez (Puebla de Cazalla, Sevilla, 1937) deja de ser un tópico para convertirse en realidad. Como ginecólogo y cirujano -Antonio Reina es el jefe del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Virgen del Rocío-, lleva 39 años ayudando a traer niños al mundo y salvando vidas en los quirófanos. Como experto en flamenco, que es su otra pasión, el cante para él va más allá de la muerte. "Porque sólo canta bien quien te pellizca en el alma y te conduce al dolor", explica.Así que el gozo y sufrimiento, la vida y la muerte en definitiva, son para este singular ginecólogo -que acaba de licenciarse, a sus 62 años, en Historia del Arte- algo tan próximo y "están tan unidos" que no admite discusión.
"Sencillamente", apostilla, "vivir y morir son hechos biológicos que hay que aceptar, aunque la sociedad se empeñe en disfrazar ambas cosas". Para Reina, el flamenco arranca de las sensaciones que nace de lo más profundo del ser. "Y dice todas las verdades del mundo... Todo aquello que siempre ha querido ocultarse a la gente, el flamenco lo ha dicho", resume. Luego pone la guinda: "El alma flamenca va más allá de la muerte".
Reina Gómez posee más de 2.000 discos antiguos de flamenco. "De cuando se grababan manualmente, por una sola cara, en pizarra". Su colección es una de las más importantes del mundo. Entre las joyas que atesora está la obra completa de Manuel Torres, el Niño de Jerez, y la de Tomás Pavón... Algunos de sus discos son reliquias únicas que llegaron a sus manos por casualidad. Como aquél que consiguió en Barcelona de Antonio Chacón -"en realidad era sólo la grabación de unas pruebas", precisa- y que aparecía identificado con rótulo escrito a mano que decía: Flamenco hombres.
Está claro, pues, que el flamencólogo y médico Reina no es un hombre al uso. Como morisco -así gusta él de llamarse, y así reza el gentilicio para los nacidos en su pueblo- se considera, junto a los gitanos, parte del grupo de elegidos que se encarga de dar a conocer ese duende del cante que "a tantos pone los pelos de punta".
Como facultativo asegura que es "de los de antes", de aquellos que se conocían palmo a palmo la piel y dolencias de todos los miembros de una familia, de los que le gusta auscultar al paciente y mirarle a los ojos, palparle despacio con las manos, interesarse por su estado de ánimo... "Los seres humanos somos", explica ahora, "la conjunción de lo físico y lo psíquico en una sola cosa".
De ahí que Reina Gómez pase del llanto al dolor como si fuera lo más natural. Que, por otra parte, lo es. Y, mientras tanto, escribe artículos e imparte conferencias que titula El dolor y el flamenco o La muerte y la libertad en el cante. Casi nada. Pero él, hombre sencillo donde los haya, no le da a esto mayor importancia. "Lo único que deseo es aprender".
Y por eso, también, va del hospital al tablao y de su casa, en la que vive rodeado de discos y libros, a la Facultad de Historia de Sevilla. Allí está ahora indagando sobre ese paisaje sevillano que tanto le gusta. Su tesis doctoral, lógicamente, ha de tratar de esto. El paisaje en la pintura sevillana del siglo XIX es el título. ¿Y sus pintores favoritos? "Muchos, muchos... Velázquez, Goya, Picasso... Que, claro, han sido unos genios".
Y explica, dada su condición de recién licenciado en arte, que "ni estos pintores, ni ninguna otra manifestación artística" podrán entenderse "y menos juzgarse" fuera del "contexto sociocultural y político de la época a la que pertenecen".
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