"Quiero que me juzguen por lo que soy, y no por lo que he sido"
La ópera Carmen, de Bizet, fue, sin duda, la obra que la encumbró, pero entre medias tiene 45 años de vida profesional, que le han servido para ser considerada como la principal mezzosoprano del país. Teresa Berganza, una de las estrellas del Festival de Otoño organizado por el Ayuntamiento de Jaén, ocupa la cátedra de canto en la Escuela Superior de Canto Reina Sofía en sustitución del que fuera gran amigo suyo, el desaparecido Alfredo Kraus. Es también la única mujer académica de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.Pregunta. Después de 45 años cantando, ¿en qué momento se encuentra?
Respuesta. Quiero que la gente me vea y me juzgue por lo que soy hoy, y no por lo que he sido. Ya no tengo 25 años, pero en los escenarios doy lo mejor que llevo dentro, incluso con más entrega. Ahora quizá llego más profundamente al público, con más sentimiento. Incluso desde que doy clases en la Escuela de Música Reina Sofía, creo que canto mejor, porque he aprendido mucho de mis ocho alumnos.
P. ¿Quiere eso decir que su ánimo ante el futuro está inquebrantable?
R. En el futuro no pienso. No puedo decir hasta cuándo estaré cantando porque mañana me puede dar un infarto. No quiero que me dé, pero es de lo que me gustaría morirme. No sé lo que va a durar mi voz. Casi todas las semanas hago la cata de mi voz. Siempre pienso que cuando tenga dos o tres conciertos malos, ése será el momento de quedarme en casa. Antes me gustaría grabar otros discos de música de los años sesenta o de villancicos; pero para eso debo esperar a que mi voz se deteriore como voz clásica.
P. ¿Cómo vislumbra el futuro de la ópera?
R. Hay voces en España maravillosas, pero los jóvenes están con muchas prisas y caen a veces en manos de maestros que no saben enseñar. Les dan un repertorio equivocado. Por ejemplo, a cantantes que son rossinianos les hacen cantar una Traviata. Son voces jóvenes que aún no están hechas y que llegan a perderse. Hay un desconocimiento en lo que son las voces. Mi ilusión sería ser la baronesa Thyssen y tener un teatro de ópera, mi orquesta y coros propios, con gente joven que yo formase.
P. ¿Hasta qué punto los escenarios condicionan la buena audición de la ópera?
R. Es algo importante, pero no trascendental. Este verano he tenido bastantes problemas para cantar en claustros de iglesias por la existencia de tabúes. Cuando actué recientemente en un claustro de una iglesia en El Escorial, les dije a los padres priores que abran las puertas del templo a la música. Se pueden abrir las universidades, las iglesias y otros edificios infrautilizados y, sobre todo, que salgan los músicos jóvenes.
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