El ilusionista regresa al Carranza
Mágico González disputará hoy un partido en Cádiz para recaudar fondos con destino a El Salvador
Su comparecencia de ayer ante los medios ha sido quizás su acto más puntual en Cádiz: sólo 10 minutos de retraso. Repartiendo abrazos, autógrafos y saludos al centenar de aficionados que había tomado el hotel de la capital gaditana donde se celebró el acto, llegó a la sala de prensa, donde compareció ante una legión de periodistas, fotógrafos y cámaras de televisión. Embutido en un traje gris marengo y corbata rosa, de riguroso estreno, lucía el mismo aspecto bonancible de siempre. Jorge González Barillas, Mágico González, de 43 años, llegó el día anterior al aeropuerto de Barajas vistiendo un chándal y con una muda de ropa interior en una bolsa. Prácticamente igual que como arribó a Cádiz hace 19 años, tras defender los colores de la selección salvadoreña en el Mundial de 1982. Ligero de equipaje.
Ayer no quiso llegar tarde a la cita con la solidaridad con su país, asolado por un terremoto que ha provocado miles de víctimas. La Federación Española de Fútbol, el Cádiz y el diario Marca han organizado el partido que hoy se disputará en el Carranza para recaudar fondos. 'Inevitablemente, me siento embajador de El Salvador en esta oportunidad por mis hermanos compatriotas', dijo ayer el deportista, que abandonó Cádiz hace una década y ha estado jugando al fútbol en su país hasta hace año y medio.
'Estoy anonadado de cómo España se volcó con El Salvador (...) Sé que el aficionado al fútbol estará en el Carranza con su ilusión y su corazón'. Las entradas para presenciar el encuentro, que enfrentará a un combinado de jugadores veteranos del Cádiz con otro nacional dirigido por Pepe Carcelén, se están despachando a buen ritmo. Junto a Mágico -que advirtió estar en deficiente estado físico- jugarán otros veteranos, como Pepe Mejías y Juan José, y jugadores en activo como Kiko y Quevedo.
El cadismo, que anda exorcizando a los fantasmas de la Segunda B, tiene una cita hoy en el Carranza con el principal exponente de su historia más brillante, el mejor jugador que ha pasado por sus filas. El nombre de Mágico está asociado a ocho años de permanencia en Primera División, guarda relación con los regates inverosímiles, los quiebros inexplicables y las rabonas, que practicaba con maestría mucho antes de que Romario se adueñara de la patente.
Perito en empresas difíciles dentro del campo, escondía el balón con la misma facilidad con que rehuía las responsabilidades. Amigo del pescaíto frito y de la noche gaditana, Mágico se reencontró ayer con los escenarios de sus triunfos deportivos y las sanciones de su club por faltar a los entrenamientos. 'Siempre pensé que debía saber venir a Cádiz y siempre he querido sentirme mejor para venir, pero nunca vi el momento', respondía ayer Mágico a las interpelaciones de los periodistas por su ausencia prolongada de la ciudad desde que dejó la disciplina del Cádiz y huérfana a la afición.
El jugador al que alabó Maradona -'es de otra galaxia'-, el que se quedaba dormido en las discotecas y en los vestuarios del Calderón, el número 11 que deleitó a la afición dejando sentadas a las defensas contrarias, el ilusionista del balón que quebró hasta al acupunturista chino que le colocó el Valladolid para vigilarlo, volvió ayer a Cádiz. Le gustaría quedarse y enseñar a los niños a jugar al fútbol. De eso sí sabe. Y de solidaridad, también: 'Ya quisiera yo quedarme, pero necesito sentir que he cumplido con mi país regresando a El Salvador'.
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