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La Guardia Civil busca a otros dos cazadores por el tiroteo por la espalda a un inmigrante

La Policía Judicial del instituto armado que coordina las indagaciones -el grupo que participó en los esclarecimientos de los asesinatos de Rocío Wanninkhof en Mijas y de Ana Elena Lorente en Álora- está convencida de que fueron tres los hombres con los que se cruzó este magrebí en la Sierra de las Nieves. La propia víctima lo ha declarado en sus comparecencias ante ellos y luego en el juzgado. Además, relata que pudo ver dos motos estacionadas en las inmediaciones, un terreno acotado de caza cuya sociedad preside el alcalde de Tolox, Juan Mesa, del Partido Popular. La zona sirve, además, para el tránsito de inmigrantes que alcanzan la Península sin documentación y que intentan llegar a Almería ocultándose de la policía.

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Las investigaciones se centran en el entorno del hasta ayer único detenido, lo que ha creado cierta inquietud en este municipio malagueño de poco más de 2.500 habitantes y donde más de un centenar de vecinos se dedica de forma habitual a la práctica cinegética.

Según el testimonio del inmigrante, un argelino que dice tener 20 años -aunque aparenta menos edad- y cuya identidad se corresponde con las iniciales D. C., el 18 de noviembre, cuando cruzaba este paraje de la sierra malagueña, unos cazadores, sin mediar palabra, le tirotearon por la espalda. Los tres disparos de escopeta, dos de ellos de postas y uno de perdigones, le impactaron en la espalda y en las piernas. La Guardia Civil sospecha que el ataque fue por diversión, ya que el inmigrante ha contado que oyó cómo se reían sus agresores momentos antes de sufrir los impactos.

El joven fue abandonado en la zona, posiblemente porque pensaban que estaba muerto. Unas horas después, un guarda forestal le encontró y avisó a la Guardia Civil. Fue internado en un centro sanitario de Málaga en el que durante varios días se debatió entre la vida y la muerte. Una vez recuperado, relató los hechos y ofreció una descripción a los agentes de uno de los agresores, el único del que afirmó haberle visto bien la cara. Un retrato robot sirvió para su detención.

Como si fuera un animal

El inmigrante, con condición de testigo protegido de la Guardia Civil, ha relatado en los últimos días su calvario por España. Un país al que llegó a finales de octubre oculto en un camión que embarcó en un transbordador en Ceuta y con el que logró llegar a Algeciras. Durante 20 días deambuló por las sierras que comparten Cádiz y Málaga, viviendo de la caridad de la gente. Ahora, dos meses después, comenta: 'Cuando decidí emprender el viaje esperaba la muerte como cualquier otra circunstancia. La muerte no significa mucho, pero no contaba con que al llegar a España pudieran tratarme como a un animal'.

Recuerda con bastante exactitud la escena del monte y dice que todo sucedió en una jornada en la que había andado más de 50 kilómetros. 'Me crucé con tres personas, les sonreí. No hablamos, pero sí escuche que comentaban algo entre ellos y se reían. De pronto sentí un golpe en la espalda. Supe que estaba herido y sentí otros dos golpes en el muslo y en el tobillo. Perdí el conocimiento y cuando abrí los ojos estaba en un hospital'.

El único detenido por estos hechos, Sebastián R., ingresó el viernes en la prisión de Alhaurín de la Torre (Málaga), después de que el inmigrante le inculpara hasta en dos ocasiones en sendas rondas de reconocimiento que se practicaron en el juzgado de Coín, cuya titular lleva el sumario.Sebastían R. ha negado su participación en los hechos y asegura que el día 18 de noviembre estuvo toda la jornada trabajando en la finca de su padre. El intento de asesinato, como lo ha tipificado la juez, sucedió sobre las seis de la tarde. La familia del detenido insiste también en su inocencia y ha advertido de que presentará pruebas en los próximos días para avalar su coartada.

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