El Madrid canta el alirón a lo grande
Los blancos dejan sentenciada la Liga a dos jornadas del final con una goleada inapelable al Alavés
El título de campeón llegó a la manera del Madrid, equipo de fogonazos deslumbrantes y graves desequilibrios, equipo extremista que evidenció lo mejor y lo peor de sí mismo en el partido de la gran fiesta. Si su actuación hay que tomarla como un síntoma, el triunfo en la Liga es tan categórico como la goleada que alcanzó frente al Alavés.
No admite discusión porque el Madrid ha dominado el torneo con mano firme, sin otros problemas que los derivados de sus obligaciones en la Copa de Europa. Ante el Alavés, el Madrid aprovechó cinco minutos fulgurantes para ganar el encuentro, con Figo, Raúl y Guti como protagonistas. Y no podía ser de otra manera. Son alguien en el fútbol por acciones como las que determinaron los dos primeros goles, acciones de belleza letal, sorprendentes por su rapidez y precisión.
REAL MADRID 5| ALAVÉS 0
Real Madrid: César; Salgado, Hierro (Iván Campo, m. 75), Karanka, Roberto Carlos; Makelele, Helguera; Figo, Raúl, Savio (Munitis, m. 79); y Guti (McManaman, m. 63). Alavés: Herrera; Geli, Téllez, Eggen (Karmona, m. 26), Ibón Begoña; Astudillo (Magno, m. 60), Desio, Tomic, Pablo; Jordi Cruyff; y Javi Moreno (Iván Alonso, m.60) . Goles: 1-0. M. 22. Avance de Figo, que cede a Guti, situado en la media luna del área. Éste ve el desmarque de Raúl por su derecha, y le manda el balón al hueco, entre dos defensas; Raúl controla, encara a Herrera y le levanta la pelota con suavidad, sin que Eggen pueda evitar que entre. 2-0. M. 23. Raúl recibe pegado a la banda izquierda, levanta la pelota y ve a Guti, que está sólo en el área. A él le envía la pelota y Guti, lanzándose en plancha cabecea sin oposición. 3-0. M. 51. Córner que ejecuta Figo desde la derecha y Hierro, situado en el vértice del área pequeña, cabecea picando el balón. 4-0. M. 67. Figo avanza por la banda derecha, se va con habilidad de Ibón Begoña y de Pablo, apura hasta llegar a la línea de fondo y desde allí saca el centro combado que cabecea Helguera. 5-0. M. 83. De nuevo se va Figo de su marcador en la banda derecha; el portugués coloca el centro con precisión, al primer palo, y allí aparece Raúl, que aprtovecha la salida en falso de Herrera para cabecear a la red.. Árbitro: Rodríguez Santiago. Amonestó a Hierro y Astudillo. Lleno. Unos 75.000 espectadores en el Bernabéu. El Madrid se proclama campeón de Liga a dos jornadas del final.
Así son estos tres futbolistas, decisivos durante toda la temporada y actores principales de un equipo que fue fiel a sí mismo hasta el final. El Alavés le discutió el partido en el primer tiempo y expuso sus debilidades, insuficientes en todo caso para discutirle la victoria. En el área no hubo color. En el área, el Madrid destroza a cualquiera.
El festivo ambiente del Bernabéu denotaba la satisfacción por un título que tiene un significado especial para los aficionados, molestos durante los últimos años con el desafecto del equipo por la Liga. El entusiasmo se desató definitivamente con el gol de Raúl, en un momento de incertidumbre porque el Alavés dominaba aspectos clave del encuentro. Su autoridad en el centro del campo era tan grande que el gol no se descartaba.
La defensa madridista sufría para interpretar los movimientos de Javi Moreno y la astucia de Jordi Cruyff, que operó en una zona de nadie, con espacios para conectar con los mediocampistas y para llegar con soltura al área. Ese tipo de problema es viejo en el Madrid, equipo largo, bastante permisivo con el juego de los rivales.
El partido pintaba medio raro para el campeón, pero Raúl acabó con las dudas en una jugada que comenzó con una arrancada de Figo desde la media. Ya había anunciado sus intenciones en una jugada anterior, maravillosa por rápida y profunda. Figo desbordó a Ibon Begoña, tumbó a Tellez y envió un delicado remate al palo.
Esta vez se escapó de la vigilancia defensiva y conectó con Guti, que vio el desmarque de Raúl, cuya vaselina sobre Herrera fue un prodigio de sutileza, tanto que la pelota traspasó la línea a duras penas, como aquellos goles desdeñosos de Romario.Un minuto después, Raúl tomó la pelota en la banda izquierda, demasiado libre como para que no ocurriera algo. Por el otro frente, Guti andaba suelto, dispuesto a cazar el remate, que llegó con un cabezazo violento.
Si alguna novedad ha desvelado esta Liga es la facilidad cabeceadora de Guti, cuya primera parte fue ejemplar. Protagonizó varias jugadas de clase y puso a prueba la cintura de los centrales del Alavés, bastante despistados durante todo el partido.
Los dos tantos fueron protestados por los jugadores del Alavés. Consideraban que llegaron en fuera de juego. No lo pareció, pero ese minuto tuvo un efecto desolador en el equipo de Mané. Se salieron del partido y no volvieron nunca más. Se abrió el camino a la goleada del Madrid, que no desaprovechó la oportunidad de ganar la Liga a lo grande, con goles y fiesta en la grada, donde había ovaciones para todo el mundo.
Del Bosque vio que era el momento para hacer justicia con algunos de sus jugadores, y más que nadie con Guti, tan discutido en el Bernabéu. Le cambió por McManaman, uno de los favoritos de la hinchada. Como muchas veces el fútbol es cuestión de piel, los aficionados son caprichosos en sus elecciones. La ceremonia de la sustitución provocó la clase de ovación que pretendía Del Bosque a favor de Guti, futbolista singular que ha encontrado la protección contra viento y marea de su entrenador. Ninguno de los dos está en deuda con el otro. A la confianza que obtuvo de Del Bosque Guti ha respondido con 14 goles.
En el arreón del segundo tiempo llegaron los goles de Hierro, Helguera y Raúl. Ninguno lo celebró más que Hierro, por capitán y por el efecto que siempre le han producido los goles, 100 en la Liga con la casaca del Madrid. Este defensa con alma de delantero representaba la conexión con el pasado, el último de aquel equipo que ganó cinco campeonatos de manera consecutiva.
En aquellos tiempos, el campeonato parecía un trámite que no movilizaba a nadie en el madridismo. Ahora los tiempos han cambiado. La Liga ha alcanzado tanto prestigio que el título es un regalo de los dioses. El regalo que ofreció el Madrid a una afición feliz.
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