La maldición del rey Duncan
La obra escocesa de Shakespeare': es una frase elusiva para referirse a Macbeth, pues dicen que trae mal fario, que el conjuro que las Wyrd Sisters hacen al protagonista de ficción cae también sobre sus intérpretes. John Gielgud recuerda que en la noche anterior al estreno, la primera vez que la puso en escena, murió una de las actrices, y unas semanas después, el actor que encarnaba a Duncan. Se representa menos que las otras tres grandes tragedias de su autor: por superstición, y porque los actores prefieren encarnar al príncipe de las dudas, al militar comido por los celos o al viejo rey idiota e injusto (pero en el fondo bondadoso), antes que a este malvado de siete suelas. Sin embargo es un papel para tocar la gloria. O para estrellarse y no levantar cabeza. A Peter O'Toole le costó volver a erguir la suya, tras una desastrada producción de la Prospect Company. En cambio, la interpretación de Ian McKellen, con una Judi Dench sembrada como partenaire, marcó la cumbre de su excepcional carrera shakespeariana.
El mito del segundón que llega a protagonista por medio del crimen y se mantiene ahí aniquilando a sus competidores, que el autor isabelino tomó de las Crónicas de Holinshed, es de raíz céltica pero de resonancia universal. Puede suceder en el medioevo o pasado mañana, en cualquier lugar. Akira Kurosawa lo aclimató a Japón en su película Trono de sangre (Polanski también tiene una versión fílmica magnífica, aunque la más célebre es la de Welles), y recientemente la compañía francesa Théâtre de la Licorne visualizó la bestialidad de los personajes transformándolos en insectos gigantes (en el Central de Sevilla).
Calixto Bieito, que puso en escena Macbeth en el pasado Festival de Salzburgo (en una adaptación que se acaba de reponer en el Münchener Kammerspiele), hizo de la corte del rey Duncan un cartel de la droga, y de su asesino un capo sin escrúpulos. Ahora el director español con más proyección internacional está ensayando el texto en catalán, traducido por Miquel Desclot, en un montaje cuyas representaciones comienzan el día 13, en el Romea de Barcelona. Sus protagonistas son Mingo Ràfols -para hacer El rey Joan con Bieito engordó 11 kilos y para este papel ha perdido otros tantos-, y Roser Camí.
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