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ISRAEL OCUPA LOS TERRITORIOS PALESTINOS

'Los que han sido liberados por los soldados han vuelto desnudos'

Sobre un murete se amontonan mantas, ropa, comida. 'Es para los que han liberado, les han devuelto desnudos', me cuenta Nabil escandalizado. Se refiere a medio millar de palestinos del campo de refugiados de Yenín que desde el lunes están siendo puestos en libertad por los israelíes. Nabil es un vecino de Salem, un pueblo palestino dentro de Israel, desde donde se divisa Yenín y sus alrededores. Abajo a la izquierda, también se ve la base militar israelí desde la que se dirigen las operaciones.

Desde hace una semana, este recodo de la colina se ha convertido en el centro del pueblo y en la atalaya desde la que observan los ires y venires de los soldados israelíes. 'Oímos todos los bombardeos', asegura Abed. Así descubrieron ayer la liberación de los detenidos de Yenín y empezaron la colecta de ropa para enviarla a los dos pueblos a los que les han trasladado los militares, Rumane y Zabuba. 'Les llevaron con autobuses y les dijeron que no vuelvan [al campo] porque no garantizan su seguridad', explica Nabil.

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A esta hora, los vecinos de Salem esperan la llegada de un tractor desde Rumane para recoger la ayuda. La carretera principal está cortada y Rumane, como Zabuba, se encuentra en territorio palestino, así que no les queda más remedio que sortear las trabas del Ejército israelí para ayudar a sus hermanos del otro lado de la línea verde, la frontera inexistente entre Israel y los territorios palestinos, la demarcación que cruzó el Ejército israelí en 1967 cuando esas tierras estaban bajo administración jordana.

Un pariente al otro lado

'Quien más quien menos tenemos un pariente al otro lado', explica Ibrahim, que ha venido desde Umm al Fahem (también dentro de Israel) para hacer su aportación y enterarse de cómo están las cosas. 'Mire, parece que están sacando a más', advierte Nabil señalando el autobús que sale de la base hacia Zubabu. En ese momento, una ambulancia militar vino a toda velocidad desde Yenín levantando una enorme polvareda.

Hay que caminar unos cuatro kilómetros a través de fincas para llegar a Rumane. Allí, la ayuda se recibe con alegría y alivio. El pueblo ha formado un comité de nueve personas para ocuparse de atender a los 400 liberados que hasta ahora les han llegado. Quedan aún otros 500 detenidos. 'Todas las familias han abierto sus casas, pero éste es un pueblo de apenas 3.000 habitantes y estamos desbordados', confiesa Wael al Ahmad.

Los palestinos liberados han llegado débiles y cansados. Durante los cinco días de detención apenas han comido. 'Nos daban tomates, pero era una tortura comerlos porque teníamos las manos atadas a la espalda', cuenta Mohamed Ehbarie. Algunos ni siquiera tienen fuerzas para hablar y duermen profundamente en las colchonetas habilitadas hasta en los pasillos. En casa de Ziad al Ahmad, un funcionario del Ministerio de Educación, han acogido a 40.

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