Un ecologista de 32 años, presunto asesino del líder ultraderechista holandés
El detenido, de 32 años, se niega a colaborar con la policía, que ignora su móvil
Un militante de un grupo ecologista, de 32 años, casado y padre de una hija, es el principal sospechoso de la muerte de Pim Fortuyn, el populista líder de extrema derecha asesinado el pasado lunes en Hilversum, a pocos kilómetros de Amsterdam, cuando se dirigía hacia su coche tras conceder una entrevista en una emisora de radio. El móvil del crimen se desconoce porque el detenido se niega por el momento a colaborar con la policía, informaron ayer en rueda de prensa celebrada en la capital varios portavoces del Ministerio de Justicia holandés.
El cadáver del político, que será enterrado el próximo viernes cerca de Amsterdam, recibió durante todo el día el homenaje de miles de personas, que hicieron largas colas para firmar en el libro de condolencias del Ayuntamiento de Rotterdam, de donde era natural Fortuyn, mientras que otros ciudadanos depositaban flores ante su domicilio, que permanecía cerrado. El cuerpo será enterrado en Pordenone, noreste de Italia, donde el fallecido tenía una casa.
Volkert van der Graaf es el nombre del presunto asesino, según datos difundidos ayer por la tarde por la policía. Van der Graaf no tiene antecedentes penales y pertenece a un movimiento ecologista denominado Ecología Ofensiva, que combate activamente a favor de la defensa de los derechos de los animales, contra la vivisección y contra la bioindustria. En el variopinto ideario del infortunado político no figuraba ninguna referencia crítica hacia los movimientos ecologistas. Organizaciones medioambientales como Greenpeace han condenado sin reservas el atentado, que tanto ha convulsionado a una nación de talante tranquilo y acostumbrada a pensar hasta el lunes pasado que estaba inmunizada de la violencia política tan común fuera de sus fronteras.
Nacionalidad holandesa
El presunto responsable fue detenido no mucho después del crimen, cerca de una gasolinera no muy lejos del lugar del atentado, ocurrido en el aparcamiento de la sede de la radio. Tan pronto como se conoció la noticia, las autoridades no perdieron un instante para anunciar que el autor era de nacionalidad holandesa y de raza blanca, a fin de prevenir cualquier campaña de agresión racista contra miembros de minorías étnicas. Casi el 10% de la población de Holanda, que tiene 16 millones, es inmigrante, y aproximadamente unos 800.000 son turcos y marroquíes. Los duros enfrentamientos el lunes por la noche en La Haya entre seguidores de Fortuyn y fuerzas antidisturbios no registraron en general señales xenófobas. En realidad, Fortuyn, un extrovertido y provocador dirigente, de 54 años, que abandonó el marxismo desde su cátedra de sociología para entregarse luego a un populismo rebelde de mensaje directo, negaba ser racista o xenófobo, pero quería poner freno a la inmigración y no ocultaba su antipatía hacia el islamismo, al que calificaba de factor de regresión y no de integración en una sociedad multicultural como la holandesa.
Pim Fortuyn falleció prácticamente poco después del atentado sin tiempo de ser traslado a un centro hospitalario. El autor del atentado le disparó cinco balas, una en la cabeza, dos en el cuello y dos en el pecho. La policía encontró en la casa de Van der Graaf, en Harderwijk, una localidad del centro de Holanda, munición semejante a la empleada y documentos relacionados con actividades ecologistas. El detenido se niega por el momento a colaborar y se desconoce cuáles son las intenciones que le llevaron a cometer el asesinato. Según medios holandeses, el presunto autor de los disparos ha designado como abogado a un letrado conocido por defender a militantes de extrema izquierda.
La Haya, Amsterdam, pero sobre todo Rotterdam, la segunda ciudad del país, de la que era originario Fortuyn, están siendo escenarios de repulsa por el suceso. Varios miles de personas estamparon ayer su firma en los libros de condolencia en Rotterdam, donde la llamada Lista de Pim Fortuyn, dispone de mayoría política después de ganar con más del 30% de votos las elecciones municipales el pasado marzo. Muchos de ellos confesaban no ser seguidores de Fortuyn, pero deseosos de expresar con su testimonio su repudio y vergüenza por el crimen. También ante su domicilio se apelotonó gente, que depositó flores y notas emotivas junto a la puerta. Anoche hubo una manifestación silenciosa por las calles de Rotterdam, a la que asistieron más de 5.000 personas y que se desarrolló sin incidentes.
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