Un muro de experiencia
El italiano Maldini ya es el jugador con más minutos, 1.980, en los Mundiales
Quienes dijeron que el joven Paolo Maldini haría historia en el fútbol no se equivocaron. A su brillante carrera, que sólo tiene el hueco de un título con la selección italiana, ha añadido un dato que habla de su consistencia. Ya es el jugador que más minutos (1.980: 21 partidos completos y tres prórrogas de 30 minutos) ha disputado en los Mundiales. Y no minutos cualquiera, sino los necesarios para llegar a dos finales (Italia 90 y Estados Unidos 94) y ser la referencia de un equipo siempre entre los favoritos. Sólo le queda completar el círculo y ganar la Copa del Mundo en Yokohama. Ahora o nunca, porque Maldini ha declarado que dejará la selección tras el Mundial.
La familia Maldini ha sido protagonista de casi 50 años de fútbol. Cesare, su padre, jugó como central en el Milan que ganó dos Copas de Europa en los años sesenta. Con la selección fue 16 veces internacional y participó en el Mundial de Chile 62. Quienes han visto al padre y el hijo aseguran que Paolo es muy superior a Cesare. Desde niño pareció un predestinado. En los juveniles del Milan solía jugar en la delantera; en ocasiones, de extremo derecho a pesar de que su perfil natural es el izquierdo.
A diferencia de otras estrellas precoces que no disponían de las condiciones atléticas para imponerse, la carrocería de Maldini era imponente desde juvenil. Nacido el 26 de junio de 1968, debutó en el Milan con 17 años. Era una época turbulenta en un equipo que estaba destinado a conquistar Europa. Pronto llegaron los genios holandeses Van Basten, Rijkaard y Gullit, pero la base de la célebre defensa de Arrigo Sacchi estaba formada en Milanillo: Baresi, en el centro, y Maldini, en el lateral izquierdo.
Su primer partido internacional llegó en marzo de 1988. Contaba 19 años y su nombre corría de boca en boca en los corrillos del fútbol. Grande, potente, rápido, formidable cabeceador..., podía ganar a los delanteros con esas cualidades y un sentido de la anticipación que le hizo insuperable en sus mejores años. El ex madridista Míchel pudo dar fe de la exuberancia de Maldini en los años en los que mantuvieron un duelo que generalmente ganó el italiano. Su primer enfrentamiento fue en la Eurocopa de 1988. Aquel chico de 20 años era dinamita. No sólo era una fuerza de la naturaleza. Manejaba el balón con propiedad.
Con el Milan de Sacchi ganó la Copa de Europa en 1989 y 1990. Con Fabio Capello añadió el título en 1994. Sin embargo, en la selección se quedó dos veces a un paso de la gloria. Italia fue eliminada en los penaltis en las semifinales del Mundial de 1990. Y en el de 1994 la decepción llegó igual, pero en la final. En 1998 los penaltis apartaron nuevamente a Italia, esta vez en los cuartos de final. En términos estrictos, Maldini sólo ha perdido un partido en un Mundial: frente a Croacia.
Considerado como el sucesor del gran Baresi, su experiencia como central nunca alcanzó el apogeo de su etapa a la izquierda. Pero su calidad nunca se ha discutido. Sólo flaqueó en un breve experimento por la derecha de Capello en el Milan. Ahora ha vuelto al puesto que le hizo famoso. Ha perdido velocidad, pero todavía es un muro de experiencia y vigor.
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