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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

La herencia de Nabokov

Es probable que ahora mismo, mientras ustedes leen estas líneas, un joven llamado Roger esté correteando con un cazamariposas en la mano por algún rincón perdido del valle de Caren, al norte de Santiago de Chile, o quizá en una región más montañosa del Perú, cerca del volcán Tacora. En silencio, quieto, observará la maleza, las plantas secas del verano andino, hasta que dé con el batir de unas alitas azules, y entonces, resoplando porque no es fácil correr a más de cinco mil metros de altitud, perseguirá el vuelo cambiante de la mariposa hasta apresarla en su red. En algún momento, antes o después de la captura, Roger pensará en el escritor Vladimir Nabokov, que 50 años atrás estudió y describió a un antepasado de esa misma mariposa... Algunas crónicas se escriben por pura envidia, y ésta es una de ellas.

"¿Sabías que el peso de todas las hormigas que existen en la Tierra es mayor que el peso de toda la raza humana?"

Conocí a Roger Vila (La Garriga, 1973) hace unas semanas, cuando él y su compañera Sandra, quien me lo presentó, estaban preparando el viaje a América del Sur. Roger, un tipo apacible y divertido, es uno de los escasos lepidopterólogos profesionales que existen en Cataluña. Lo sabe todo sobre los insectos, en especial de las hormigas y las mariposas, y lo cuenta con entusiasmo. "¿Sabías que el peso de todas las hormigas que existen en la Tierra es mayor que el peso de toda la raza humana?"; "las mariposas nunca conocen a sus padres, pues al nacer hace meses que ya están muertos sus progenitores", frases así. Roger es también un caso extraño: llegó a Nabokov a través de las mariposas, no de la literatura. Hace un par de años, a raíz de una beca del Departamento de Biología de la Universidad de Harvard, en Boston, para estudiar algunas subespecies de mariposas, entró en contacto con el Museo de Zoología Comparada. Entre 1943 y 1949, en dicho museo, Vladimir Nabokov había desarrollado algunos de sus estudios sobre mariposas y los había publicado en revistas especializadas. Aparentemente, de ese paso del escritor ruso por el museo no queda rastro físico, pues la universidad subastó los dibujos, manuscritos y documentos de Nabokov para recoger fondos, pero Roger Vila, que ha quemado muchas horas en los archivos del museo, tiene la suerte de haber contemplado algunas muestras de ejemplares cazados por la red del maestro y de haber leído un sinfín de fichas con comentarios sobre mariposas, firmadas "V. N.". Entre otras, cuenta con orgullo, se encuentran las palabras dedicadas a un lepidopterólogo catalán de los años treinta, de apellido Sagarra, que era pariente del escritor Josep M. de Sagarra.

Aunque algunos lepidopterólogos resentidos no aprecian su legado, Roger Vila desmiente que Nabokov fuera un simple diletante de las mariposas: la prueba de que sus trabajos son interesantes es precisamente esta expedición a los Andes más remotos que le ha subvencionado la Universidad de Harvard. Porque Roger Vila tiene en estos momentos el privilegio de recorrer algunas zonas de Chile y Perú en busca de holotipos -ejemplares para describir una especie- de diversas licénidas que años atrás describió y estudió Nabokov. Las licénidas, más conocidas como azulitas, son una subespecie de la familia de las Polyommatini y para Nabokov llegaron desde el norte a América del Sur, hace tres millones de años, a través del istmo de Panamá, antes de la deriva de los continentes. Los estudios de Nabokov eran morfológicos y se basaban en la genitalia o estructura del abdomen de la mariposa, pero sus veredictos no eran fiables al cien por cien, porque existen especies mutantes, miméticas de otras; hoy en día, cuenta Roger Vila, el estudio genético de una subespecie permite una mayor exactitud a la hora de establecer su árbol genealógico. Así pues, como los ejemplares que describió Nabokov no sirven para recuperar el ADN, Roger tiene ahora la misión de volverlos a capturar.

Durante los 40 días que durará su viaje por tierras andinas, en un coche alquilado, Roger Vila se ha propuesto encontrar 56 especies diferentes de Polyommatini. Es una cifra ambiciosa. La mejor hora para salir a perseguir mariposas va a ser de las once de la mañana a las tres de la tarde, cuando el sol está más alto. Cada vez que Roger Vila recoja una mariposa de la red y probablemente perciba ese perfume del que hablaba Nabokov -a "vainilla, o limón, o musgo, o un olor dulzón y difícil de definir, según la especie"-, los dedos le temblarán de gratitud y excitación. Con suerte, con mucha suerte, podría cazar un ejemplar de azulita rarísimo, o incluso desconocido hasta el momento, que pasaría a formar parte de la conocida lista de homenajes a Nabokov. Quizá sería una Nabokovia, subespecie que se caracteriza por tener las alas muy angulosas. O puede que una Pseudolucia Vera, o una Pseudolucia Lolita, o la Itylos Mashenka. (La variedad Itylos fue descrita por Nabokov de acuerdo con el dibujo de las alas, me informa). Si los dioses le sonríen, también puede que encuentre a la princesa, la Nabokovia Ada, de la que tan sólo se conoce un ejemplar en la historia, atrapado en 1952 en el sur de Huasco... Sea como fuere, en el gesto de levantar el cazamariposas y agitarlo en el aire, Roger Vila revivirá una pasión que le arrebata desde la infancia, como a Nabokov -"si mi primera mirada del día era para el sol, mi primer pensamiento era para las mariposas que ese sol engendraría", recuerda el escritor en sus memorias-, y al fin y al cabo el ejercicio de esta pasión es lo único que cuenta.

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