Gruísta es masculino
Una sevillana y una extremeña comparten la pasión por las grúas, un oficio vedado hasta ahora a las mujeres
La sevillana María Magdalena Barroso, Maleni, 39 años, es un caso único en el mundo de la construcción. Ella es gruísta; hace ya trece años que sacó el título. Desde entonces no ha parado de trabajar. Empresarios, encargados, albañiles y peones la respetan y aprecian. "Éste es un trabajo como otro cualquiera; si tú lo haces bien, nadie te va a decir nada. También hay que hacerse valer", afirma rotunda esta mujer, aparentemente tranquila, baqueteada en mil batallas inmobiliarias.
Los primeros pasos como gruísta los dio Maleni subida, lógicamente, a en lo alto de una grúa. Así estuvo seis meses; fue su bautismo de fuego. "¿Ventajas? Que no me enteré de los insultos ni de los comentarios jocosos, que, supongo, los habría". Por eso cuando bajó y vio que nadie le hacía el menor comentario, Maleni interpretó que todo iba bien. "Y así ha sido hasta hoy", concluye.
Pero el anecdotario es prolijo dado su extenso currículum. Lo normal es que la confundan con una señora de la limpieza o, si la ven junto a un hombre, que interpreten que es su mujer o su novia. "Eso, aunque esté en plena faena, con el casco puesto, y con el mando de la grúa en la mano".
En su oficio, asegura, lo peor son los cambios de tiempo; pero ella los afronta igual que los hombres. "No hay razón para que sea de otra manera", precisa. "Sin embargo", añade, "si cae una tromba de agua y tengo una carga arriba, yo no puedo abandonarla y resguardarme como los que están hormigonando, por ejemplo". Maleni maneja la grúa como si fuera "el mando a distancia de un circuito de coches teledirigidos". Por esto, quizá, le gustan tanto las motos y los automóviles. Aunque, por encima de todo, su pasión es salir a pescar con los amigos en el barco de vela que tiene.
"¡Tenemos que acabar de una vez con la exclusión, injustificada, de las mujeres en la construcción"!, proclama, muy enfadada, María Luisa García, una extremeña afincada en Sevilla, formada como auxiliar de clínica, dietista y profesora de baile, pero que hace tres meses lo dejó todo para aprender a manejar una grúa. "Pensé que ante la demanda que existe de mano de obra en la construcción encontraría enseguida trabajo", explica. Pero se equivocó, y desde que tiene su título en el bolsillo -"hace un mes largo", precisa-, peregrina de obra en obra, "cada día más aburrida y cabreada".
Y es que sólo le ponen buenas palabras. "Los hombres [se refiere a los encargados y jefes de personal sobre todo] nunca se comprometen a nada. Primero me alaban al ver cómo manejo la grúa y luego me dicen que ya me llamarán... Pero nunca llaman". Y añade: "Lo que ocurre es que hay mucho machismo rancio y caduco", insiste, cada vez más enfadada.
Esta extremeña de 27 años, ha estudiado con otros 13 hombres 320 horas durante tres meses para aprender a manejar la grúa. Ha aprendido mecánica y electricidad; y mueve los mandos "casi a ojos cerrados pues la mayoría de las horas fueron de práctica". Según cuenta, los propios encargados, al hacerle la prueba, se sorprenden de su manejo. "Pero soy una mujer..."
Altamente cualificadas
Los datos no engañan. Si la discriminación de la mujer, en el sector de la construcción, "es algo evidente, que no admite dudas ni justificación", dice Loren Cabral, la secretaria regional de la Mujer de CC OO, "su cualificación, sin embargo, es muy superior a la de los hombres".
Lo cierto es que un 42% de las mujeres que trabajan en este sector son tituladas superiores; los hombres con título, en cambio, apenas suman un 10%. Pero si se habla de estudios primarios, las mujeres que los tienen superan el 40% frente al 8% de hombres.
"Por eso no entendemos el miedo de los empresarios a contratar mujeres. Sin duda es un miedo sin causa alguna que lo justifique", afirma, rotundo, Antonio Bustamante, secretario regional de la Federación de Construcción y Madera de CC OO. Bustamante, como Cabral, predicen una incorporación "masiva y contínua" de la mujer a este sector productivo. La barrera que aún separa a ambos sexos, en cuanto a paro se refiere, entienden estos dirigentes sindicales que va a corregirse rápidamente en favor de las mujeres. La realidad es que hay todavía un 26% de mujeres paradas frente al 17% de hombres; unas cifras que chocan con la aparente demanda existente y falta de mano de obra en el sector. Por eso, para corregir este déficit, la Fundación de la Construcción se ha propuesto formar a 5.000 mujeres más, para que se incorporen lo antes posible, "formadas mejor, incluso, que los hombres", precisa Cabral.
Y Bustamante insiste que las mujeres están capacitadas para manejar cualquier máquina o para hacer tabiquería, instalaciones de luz o de agua. "Creo que la patronal está en el pasado, además de ser muy poco valiente. En nuestra opinión se está perdiendo una excelente mano de obra, muy profesional, y bien preparada", concluye.
Cabral, por su parte, matiza que son, sobre todo, los mandos intermedios, -"encargados y gerentes de obra, fundamentalmente", puntualiza-, los que más trabas ponen para contratar a mujeres. Y debe ser así porque cuando se les pregunta, por ejemplo, a los compañeros de Maleni, todos responden, con una sola voz, que "tendría que haber más mujeres en las obras porque trabajan muy bien". "Maleni", dice uno de ellos, Antonio, "es una profesional y una gran compañera".
El 37% de las mujeres que en estos momentos tiene trabajo en la construcción no supera los 30 años. Otro 23% no llega a los 40. Esto significa que su incorporación es relativamente reciente y masiva. La construcción da trabajo en España a 1.800.000 personas, de las que 99.000, algo más del 5%, son mujeres. En Andalucía, el sector emplea a 320.000, pero sólo son mujeres 10.100; apenas un 3%. En cuanto a su significado en el PIB, este sector productivo representa un 8,24% de toda la riqueza nacional, porcentaje que llega al 9% en el caso andaluz.
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