Andalucía empieza ahora
La valoración de los resultados de unas elecciones depende siempre de la perspectiva de quien las analiza. Hay quien descubre pérdidas, quien valora ganancias, o quien pondera la distribución de sus resultados en la geografía del territorio. La perspectiva del Partido Socialista de Andalucía (PSA) para el conjunto de Andalucía no pretende ser en absoluto una visión de corto plazo: nuestro diagnóstico de la realidad nos indica que el sistema de "régimen" establecido en nuestra Comunidad presenta desde hace tiempo síntomas de esclerosis, quiebras difusas de las reglas de juego democráticas, y un desajuste estructural entre la forma o la apariencia externa y su contenido real.
Por eso nuestro estreno en la carrera política se sitúa en una perspectiva de largo plazo: conformar nacientes minorías hoy, para enfrentar un proyecto de largo alcance, que debe llevar hasta la regeneración histórica del sistema político andaluz a lo largo del siglo XXI. Tan minoritario como fue en su época el primer regionalismo andaluz, el PSA no pretende lógicamente ser competitivo aquí y ahora. No pretendemos competir hoy por hoy con la red clientelar establecida, ni con partidos que, por ejemplo, utilizan electoralmente al ministerio fiscal. Ni tampoco con "partidos-fachada", que ocultan en su seno a una organización mercantil dedicada a la especulación urbanística.
Nuestros votos nos alegran porque son un pasaporte para el futuro y porque nuestra estrategia no se inspira en la competitividad inmediata o a corto plazo, sino en una perspectiva de largo alcance, orientada hacia la regeneración histórica del sistema político andaluz. Esa regeneración no será seguramente la obra de un solo partido individualmente considerado, sino de toda una movilización plural de esfuerzos, de proyectos y de colectivos, que deberán enfrentarse a un horizonte que se sitúa más allá de la coyuntura inmediata de las urnas.
Hasta ahora, el modelo de comportamiento político de los andaluces coincide con las reglas ya conocidas por la sociología electoral: todo parece depender de los recursos financieros, de los soportes mediáticos, y de las redes clientelares establecidas. Por eso, todo sigue más o menos igual. Nuestro sistema político está integrado por gigantes con rodillas de vidrio que reproducen sus mayorías sobre la inercia y la rutina, sin generar unos resultados capaces de suscitar la más mínima ilusión colectiva. Y la mejor prueba de ello es que, curiosamente, hoy todos se sienten al mismo tiempo ganadores y perdedores.
Fueron prácticamente setenta años los que se mantuvo la hegemonía del PRI en Méjico: claro que el PRI tenía sistemas mucho más funcionales que el nuestro para asegurar alternancias, respetar a las minorías, y avanzar en la modernización del sistema. Seguro que nuestro régimen dura mucho menos. Para cuando llegue ese momento, las nuevas fuerzas que ahora se están formando, como el PSA, estaremos ahí.
Es curioso observar como todos los intentos de renovación de socialismo español, desde la victoria del PP en el año 1996, han sido aparcados en Andalucía: desde aquel efecto Borrell, que -por su resultado- más pareció un efecto óptico, hasta incluso este nuevo socialismo blandengue del insulso Zapatero. Así las cosas, puede darse la paradoja de que un partido que ha sido incapaz de renovar sus ideas y distanciar su programa del de su vecino de la derecha, vuelva al Gobierno de Madrid, y que su federación más importante sólo aporte a esa posible victoria el voto rural. El horizonte podría ser el de una Andalucía dual, en la que el PP consolide el voto urbano y el PSOE administre la miseria desde esa esquizofrenia que les lleva a defender con el mismo entusiasmo que "el PER es progreso para Andalucía" y que estamos en "la segunda modernización".
Frente a ese proyecto viejo y paternalista que representa este régimen, hay otra Andalucía que empieza ahora, que ha empezado el 25 de mayo. No es hora de calcular -como están haciendo otros- cuánto podremos llevarnos del presupuesto público, o dónde podremos "colocar" a nuestros clientes. Por el contrario, es la hora de la responsabilidad política de quienes nos esforzamos en un proyecto ideológico de futuro: el proyecto de regenerar la democracia andaluza, de llevar la libertad de expresión hacia los espacios ocultos del sistema, y de innovar los postulados ideológicos para permitir la competitividad de Andalucía ante el universo globalizado.
Sentar los cimientos de ese futuro es algo que no puede hacerse desde el propio régimen establecido, ni siquiera desde la simple rutina electoral: la inexorable crisis del régimen partitocrático establecido, obligará a movilizar otros recursos ideológicos y colectivos. Esas son las tareas abiertas para una opción de futuro. La opción que desde hoy representa ya, para toda Andalucía, el PSA.
Pedro Pacheco Herrera es alcalde en funciones de Jerez y coordinador general del PSA
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