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Crítica:FERIA DE SALAMANCA | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los caballeros siguieron cabalgando

A los siete días de la última corrida de la feria propiamente dicha, llegó la tradicional tarde de San Mateo, que cierra el programa taurino de Salamanca, rematando las nueve tardes de abono. En los tendidos, mucha gente nueva: la tarde de los caballos, muchos abonados deden su entrada. La plaza se llenó, cosa que este año sólo se ha logrado dos veces, en contraposición a muy pobres entradas que darán que pensar a los empresarios. Parece evidente que ningún torero llena, y que únicamente de dos en dos, como la tarde en que alternaron Ponce y El Juli, se atestan los tendidos. Oscuro panorama.

Optimista fue la mañana porque el club taurino de Londres entregó a Juan Ignacio Pérez Tabernero un trofeo en recuerdo del toro Jardinero, que en la feria pasada fue considerado como el mejor. En la sala dedicada a Julio Robles en el museo taurino Primitivo Sánchez Laso, repleta de trofeos del torero desaparecido, tuvo lugar la ceremonia. Y luego, a la plaza.

Sánchez Cobaleda / Hernández, Hermoso, Fernandes

Toros de Sánchez Cobaleda, buenos en general. Leonardo Hernández: rejonazo sin puntilla (oreja); pasado (oreja). Pablo Hermoso de Mendoza: pasado (oreja); rejonazo (dos orejas). Rui Fernandes: rejón caído (oreja); rejón en su sitio (oreja). Plaza La Glorieta, 21 de septiembre. Novena y última de feria. Lleno.

Y en la plaza, el delirio, la lluvia de orejas y los dos caballeros españoles y el portugués en volandas, cabalgando (con perdón) sobre hombros entusiastas que luego irán a cobrar al hotel.

La aparición del joven portugués despertó muchos comentarios: qué elegante, qué principesco, qué lujoso, qué sombrero. "Tricornio, señora", puntualizó el enterado. Luego se lo quitó, con lo cual no participó de los sombrerazos peticionarios de aplausos a los que tan dados son los caballeros en la plaza, pero como cada cual tiene sus mañas, levantaba la bandera de los rejones o brindaba todo a los tendidos como sus colegas: las banderillas, las rosas... Será curioso un día, con humor, contabilizar brindis y sombrerazos en estas corridas del arte de Marialva.

Leonardo Hernández estuvo muy templado en su primero, un buen toro, y eficaz en el cuarto, que cantó la gallina yéndose a toriles. Hermoso de Mendoza sobresalió sobre todo en el quinto, luciendo un perfecto equilibrio y estimable precisión en la colocación de los arpones. El portugués Rui Fernandes, todo ebullición juvenil, hizo lo mejor y lo peor de la tarde. Lo mejor, un sensacional quiebro, en un ladrillo, clavando arriba, en su segundo toro. Y lo peor, también en éste, un rejón, en el primer tercio, en la mitad del lomo.

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