Pablo Carbonell narra "con humor y ternura" su visión de la costa gaditana
'Atún y chocolate', su ópera prima, habla de bodas, paro y narcotráfico
En Barbate hay una película: inmigración ilegal, paro, narcotráfico y miles de historias. Es un retrato del sur", le dijo el actor Pablo Carbonell (Cádiz, 1962) al cineasta Benito Zambrano cuando empezaba a soñar Atún y chocolate, su primer largometraje como director, que se estrena hoy en toda España.
Por entonces, Carbonell trabajaba en la televisión como "reportero demente" en Caiga quien caiga. "Benito me contestó que yo era demasiado cachondón y que no iba a saber contar el dolor", recordó ayer Carbonell en la presentación madrileña de su ópera prima ante la prensa. "'Si metes el dedo en el dolor, empiezan a salir chistes', le dije yo, y me animé".
Director, guionista y protagonista de la película, Carbonell define Atún y chocolate como una "comedia luminosa", inspirada en la realidad de Barbate y Zahara de los Atunes (Cádiz), donde pasa los veranos. Una realidad compleja que el actor de Obra maestra ha querido tratar "con naturalidad, como la vive la gente de allí".
Atún y chocolate cuenta la historia de Manuel (Carbonell), un pescador en paro, y su pareja (María Barranco), quienes después de 10 años de convivencia deciden casarse. Cómo pagar un convite de bodas sin un duro será a partir de entonces el problema que Manuel tratará de resolver con la ayuda de su amigo, El Perra ( Pedro Reyes).
Hombres que cambian sardinas por copas en el bar del pueblo; vecinas jugando al bingo en la calle; conversaciones en las que se habla del hachís (el chocolate del título) "como de verduras" y la actuación de "nativos con frase" suman a una historia que tiene también su lado oscuro. "Mi papel es esencialmente el monólogo de un loco con un pobre marroquí amordazado", resumió el actor Antonio Dechent, quien encarna al Cherif, otro amigo de Manuel que no disimula su aversión por "los moros" y que secuestra a un inmigrante marroquí para hacerse con unos gramos de chocolate. "Escribí el papel para él. Nadie puede hacer un canalla con tanta fuerza", señaló el director.
Aunque escribió el guión original en 12 días, Carbonell trabajó largamente la idea original. "Comenzamos a rodar la sexta versión y los actores aportaron frases e ideas". Un año y medio de trabajo y 34 días de rodaje después, Carbonell afirma que "no extraña la televisión" y que se siente más cómodo "detrás que delante de las cámaras". "Creo que el público gamberro, que es el mío, no se va a sentir defraudado con la película, pero verá emoción y ternura, cosas que también están en mí", señaló.
Babelia
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