Bienvenida a la consejera de Salud
Tal vez no sea por casualidad, sino más bien por la cuestión de las "cuotas" o de la dichosa paridad entre géneros, las riendas de la sanidad española van a estar en manos de dos mujeres que se encargarán de bregar en ese terreno tan sensible, tanto a nivel nacional como en el caso de nuestra autonomía. Es histórica la cuestión, sobre todo en Andalucía, donde la consejera es, además, médica.
En Madrid se han apresurado a felicitar a la ministra las asociaciones profesionales sanitarias, saludando su llegada y aprovechando la ocasión para aconsejarle que se rodee de un buen equipo en el que abunden los galenos, mejores conocedores del ramo. Y aquí se han apresurado también, tanto los sindicatos como los colegios, en ponerse a disposición de la nueva consejera, al mismo tiempo que ofertándole el abierto diálogo que es tan necesario y que tan infrecuentemente se venía practicando por sus antecesores en los últimos tiempos.
Sé que nuestra consejera conoce bien el sistema sanitario, que se ha hecho en el mismo de una manera muy profesional y que es persona de talante abierto a ese diálogo al que antes aludíamos. Tan sólo nos falta atrevernos a darle un consejo: que procure rodearse también de un equipo de gentes con igual talante, que sean de su confianza y lo menos impuestos desde otras instancias.
La labor que la espera es ardua, tanto en el quehacer diario como en temas puntuales, tales como el desarrollo a nivel autonómico del Estatuto Marco, de la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias y la adecuación del trabajo a las directivas europeas en vigor.
Si se hace fluido un diálogo receptivo con los profesionales, éstos, agradecidos, le van a prestar todo su esfuerzo y sincera colaboración por la mejora de nuestra sanidad andaluza. Bienvenida, pues, de corazón, a nuestra flamante consejera de Salud de la Junta de Andalucía.
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