Dos naturalezas
Los antisemitas que tomaron como iconos de su nefasta ideología a Nietzsche y Schopenhauer se sorprendían de que numerosos académicos judíos fueran, precisamente, quienes mostraran mayor interés por interpretar sus obras. El hecho no era extraño, pues el gusto por las experiencias complejas del pensamiento e incluso por la autocrítica fue siempre la característica intelectual más acusada de ese pueblo de adoradores de la palabra escrita. El sociólogo y filósofo alemán Georg Simmel (1858-1918) fue un claro ejemplo de dichos intérpretes.
Hijo de un potentado judío, Simmel estudió en la Universidad de Berlín, en la que también impartió clases y donde sufrió en carne propia las consecuencias de los prejuicios raciales. Más ensayista que pensador sistemático, dejó multitud de trabajos acerca de historia de la cultura, de entre los que destacan sus ensayos sobre psicología femenina o sus libros Sociología y filosofía del dinero. En cuanto filósofo, aparte de valiosos estudios sobre Kant, Simmel dejó este Schopenhauer y Nietzsche, elaborado a partir de un ciclo de conferencias y publicado en 1907. En España se publicó en 1944, en esta admirable traducción de Francisco Ayala, y hoy continúa siendo un estudio básico en la bibliografía sobre ambos autores.
Simmel apeló a las diferen-
cias que caracterizan a los dos filósofos -la claridad sistemática de Schopenhauer y el vigor poético de Nietzsche- para presentarlos desde "conexiones críticas con hechos de cultura y encadenamientos espirituales" como a los representantes simbólicos de dos maneras individuales y completamente opuestas de enfrentarse a la existencia en cuanto hecho absoluto. "Schopenhauer conocía sólo un valor: el no vivir; Nietzsche, también sólo uno: el vivir". Pero no se trata de una exposición comparativa de ambos sistemas, sino de una crítica detallada a los principales aspectos de la filosofía de Schopenhauer, con objeto de resaltar el contraste entre una manera de pensar llamada a ser superada y el gigantesco poder de sugestión de Nietzsche, cuyo pensamiento sobresalía como abanderado de una pujante modernidad. Así que el lector que se adentre en esta densa obra deberá conocer ya a ambos filósofos.
Tras reconocer los dos "logros radicales" de Schopenhauer -el descubrimiento de lo irracional y del dolor como categorías filosóficas- Simmel critica con agudeza algunos de los "errores elementales" que Schopenhauer cometió por su afán de crear un sistema de pensamiento perfecto en su precisión y belleza; esto lo condujo incluso a traicionarse a sí mismo y, a fin de que todo cuadrase en su obra, no llegó a hasta el final de determinados problemas. Sus teorías estéticas serían lo más valioso, por ser éstas las más originales y sentidas, mientras que su ética queda como un colofón artificial del sistema. En suma, Simmel veía a Schopenhauer como una "naturaleza estética pero carente de ética", mientras que consideraba a Nietzsche una "naturaleza artística y ética"; de ahí que el primero se conformara complacido en la fama tardía que le deparó su obra, mientras que el segundo no se conformara nunca, pues su ansia de satisfacción moral nunca halló la calma, y la obsesión por resolver lo irresoluble lo abismó en la locura.
El arte de hacerse respetar (el título es de Franco Volpi e induce a error) es un breve texto inédito, un esbozo apenas, que Schopenhauer concibió como el inicio de un tratado más extenso sobre el concepto del "honor" en todas sus formas. El filósofo italiano Franco Volpi, esforzado rastreador de los inéditos póstumos del filósofo pesimista, lo edita del mismo modo que ya editó: El arte de tener razón y El arte de ser feliz, más extensos y completos. En comparación con los anteriores, el valor del nuevo descubrimiento es harto reducido, pues Schopenhauer lo incorporó literalmente a sus Aforismos sobre el arte de saber vivir, su ensayo más popular. Por ello, este opúsculo irrelevante y anecdótico de por sí poco aportará a cuantos conozcan esta obra.
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