El ex ministro Pasqua, en la picota
La justicia francesa investiga por corrupción a ayudantes del ex responsable de Interior
Según los implicados, "el asunto debe permanecer en la oscuridad porque pesa sobre él la noción de secreto de Estado", mientras que para el juez instructor se trata de casos de "apropiación indebida", "tráfico de influencias", "fraude fiscal" y "corrupción". De momento, el antiguo prefecto Jean-Charles Marchiani duerme en la cárcel. Perdió la condición de eurodiputado el pasado 20 de julio y el 2 de agosto el juez Philippe Courroye decretaba su prisión preventiva. Marchiani era el brazo derecho de Charles Pasqua, ex ministro de Interior (1986-1988 y 1993-1995) y líder del soberanismo gaullista. Otros próximos a Pasqua -su primo hermano Claude, su antiguo consejero diplomático Bernard Guillet, dos de los "financieros" de su partido, su abogado, su hijo Pierre-Philippe Pasqua, entre ellos- ya están siendo procesados, en algunos casos han conocido la cárcel y en otros han preferido exiliarse.
Marchiani es todo un personaje. Nacido en la misma región montañosa de Córcega que Charles Pasqua, Marchiani entró en los servicios secretos franceses a los 19 años. Para defender la Argelia francesa primero, para luchar contra el izquierdismo luego. En 1968 conoce a Charles Pasqua, que por aquel entonces se ocupaba del SAC (Servicio de Acción Cívica), una suerte de "banda de la porra" del gaullismo. En 1970, Marchiani es expulsado de los servicios secretos: ha distribuido fotos que muestran a madame Pompidou, la esposa del futuro presidente, participando en una orgía. La imagen es fruto de un trucaje, pero todo vale contra un Pompidou que, al contrario que De Gaulle, no proviene de la Resistencia y no tiene sueños de grandeur.
A principios de los setenta Marchiani aparece implicado en la french connection, esa red corso-marsellesa que envía heroína a Estados Unidos. Luego se dedica a montar sindicatos amarillos en Peugeot y una filial de Air France, siempre bajo el consejo de Charles Pasqua. En 1986, cuando éste es nombrado ministro de Interior, Marchiani pasa a ser su brazo derecho. Los rehenes franceses en el Líbano, secuestrados por el Hezbolá, son rescatados en 1988 tras una negociación llevada por el superagente Marchiani. Hoy se sospecha que una parte del rescate nunca llegó a manos de los secuestradores.
¿Cobró para ayudar al partido de Pasqua [Pasqua es fundador de la Unión Para la República (RPR), partido del presidente Chirac al que sustituyó la Unión para un Movimiento Popular. Pasqua quitó el RPR en 1999 y fundó su propio partido], para enriquecerse o una justa remuneración por los servicios prestados? Nadie lo sabe, pero el juez Courroye sospecha lo peor, no en vano ese tipo distinguido tiene como lema "hacerse amigos es una necesidad de comerciantes, hacerse enemigos, una ocupación de aristócratas". A Marchiani le reprocha en concreto haberse embolsado en 1991 1,5 millones de euros a cuenta de la atribución de un sistema de almacenamiento de equipajes de los aeropuertos de París, de haber hecho otro tanto en 1993 a cuenta de una venta de tanques franceses Leclerc equipados de un sistema de cambio de marchas alemán de la casa Renk, la que obsequió a Marchiani con 1,23 millones de euros y, por último, el juez le cree implicado en el cobro de una comisión ilegal por una venta de fragatas a Kuwait en 1995.
Que Marchiani se niegue a dar precisiones sobre la procedencia del dinero -según él, su origen son los "fondos reservados", es decir, secretos por definición, y si el presidente Chirac ha empleado la excusa para pagarse en efectivo billetes de avión, hoteles y vacaciones, Marchiani no ve por que él debiera ser menos- no sorprende.
Hoy lo que inquieta no es que Courroye, además de procesar a Marchiani haga lo propio con Pasqua, sino que se atreva a implicar a Pierre Falcone, un traficante de armas que ha subvencionado generosamente a Pasqua y su galaxia a cambio de que le facilitaran armas con destino a la Angola del ex marxista presidente Dos Santos. La sociedad petrolífera francesa Total se aprovisiona de crudo en ese país africano y Angola ha hecho saber que, si se sigue hablando de tráfico de armas, podría cerrar el grifo de oro negro. Para que todo quede bien claro, Dos Santos ha nombrado a Pierre Falcone embajador angoleño ante la UNESCO, un organismo internacional que ofrece cobertura diplomática y que, si bien ya ha conocido funcionarios sorprendentes, por primera vez acoge en su seno a un mercader de cañones para que se ocupe de "educación, ciencia y cultura".
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