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La tierra de los 'señores de la guerra'

La milicia del uzbeko Abdul Rashid Dostum domina una zona donde no hay talibanes

Guillermo Altares

Mazar-i-Sharif, la principal urbe del norte de Afganistán con unos 100.000 habitantes, situada en las inmensas llanuras de Asia Central que nacen al pie del Hindu Kush, es la tierra del señor de la guerra Abdul Rashid Dostum. Tras haber sido viceministro de Defensa con Hamid Karzai, es uno de los oponentes del presidente afgano en las elecciones del 9 de octubre. A sus 49 años, este uzbeko, conocido por su crueldad, ha participado en todas las guerras de Afganistán de las últimas décadas y ha tenido la habilidad de acabar combatiendo con aquellos que habían sido, en algún momento, sus aliados, desde los talibanes hasta las fuerzas de la Alianza del Norte.

En Mazar, la buena noticia es que, desde hace un año, prácticamente no hay combates y los talibanes, muy activos en el sur del país, no están presentes. Los efectivos del Equipo de Reconstrucción Provincial de la ISAF, bajo mando británico, no han tenido prácticamente problemas

en el último año con los señores de la guerra locales, cuyo desarme está previsto por la ONU.

La mala es que en esta ciudad, donde se mezclan las principales etnias del norte de Afganistán (uzbekos, tayikos y hazaras), la paz ha sido una excepción en los últimos diez años. Hace sólo unos meses, en octubre de 2003, Dostum y su rival, el tayiko Mohamed Ustad Atta, dirimieron su rivalidad a cañonazos en Mazar. En los combates murieron al menos 60 personas. "Los señores de la guerra siguen funcionando como fuerzas autónomas", decía recientemente el español Francesc Vendrell, representante de la UE en Afganistán.

Mazar es un territorio que Dostum y Atta siguen disputándose. La presencia de la ISAF redujo sus enfrentamientos a escaramuzas aisladas; pero la tregua puede saltar en pedazos en cualquier momento. Durante la guerra con los talibanes, tuvieron lugar allí matanzas terribles, de presos de la milicia del mulá Omar en 1997 y 2001 y de miles de civiles hazaras en 1998.

Mazar-i-Sharif es uno de los territorios más apasionantes de Afganistán, la tierra de donde proceden los jinetes que dominan el deporte nacional, el buzkhasi. "Es una ciudad que debe su existencia a un sueño", escribió el gran viajero británico Robert Byron en los años treinta.

La leyenda dice que el cadáver del imán Alí, el fundador del chiísmo, fue trasladado allí para ser protegido de profanaciones en la ciudad santa iraquí de Nayaf (en el verdadero santuario de Alí es donde están atrincheras las milicias de Múqtada al Sáder). Sobre esta leyenda se construyó una ciudad y un venerado santuario al que los afganos peregrinan para purificarse cada 21 de marzo en el nuruz, el año nuevo en este país. De hecho, Mazar-i-Sharif quiere decir "El santuario del elegido".

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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