"La misión de Hollywood es hacer sonreír a la gente cuando se vive una época difícil"
En la vida real, ha pasado 17 años de su existencia atrapado en la sala de una terminal aérea; en la ficción, sólo nueve meses. Un largo parto cinematográfico al que Tom Hanks sabe sacarle partido. Sobre su actuación como Viktor Navorski, quien al aterrizar en el aeropuerto JFK de Nueva York descubre que durante el viaje se ha producido un golpe de Estado en su país natal que invalida su pasaporte, afirmó ayer en Venecia, en la presentación de la película -tercera colaboración del actor con Steven Spielberg-: "Viktor sufre una inmersión cultural en Norteamérica a través del mundo concentrado que conoce en el aeropuerto. La diversidad racial está presente allí". Y añadió: "De todos los rincones en los que puedes quedarte atascado, un aeropuerto es uno de los más fascinantes. Es un lugar muy emocional, la gente se conoce o se despide, hay momentos intensos de reunión o de anticipación de una ausencia futura. Se puede ver una muestra representativa de la humanidad desfilando de un sitio a otro y, si lo ves de esa manera, no es el peor sitio para pasar unas cuantas horas".
"Tom improvisó mucho durante el rodaje", explicó Spielberg. "Le mostré muchos filmes de Jacques Tati, de los hermanos Marx, de Charles Chaplin, pues encarnar a Viktor requería de mucha expresividad y pocos diálogos. No hay nadie mejor que Tom en este tipo de interpretación", prosiguió.
El sueño americano
Viktor no sabe casi nada de inglés, es ajeno a la cultura estadounidense y se ve forzado a vivir en este limbo existencial. No obstante, esos interminables meses le llevan a comprender no solamente el idioma, sino también a aquella sociedad en la que, aun en su precaria situación, le es posible construir el sueño americano, enamorarse (de una azafata encarnada por Catherine Zeta-Jones) y entablar nuevas amistades.
"Es algo que a todos nos ha pasado", continuó Hanks. "Un aeropuerto se ha convertido en un pequeño microcosmos de la sociedad: es un lugar donde se come, se hacen compras, se conoce gente...".
Spielberg enfatizó que, precisamente, la premisa de esta película, elaborada en tono de fábula edulcorada más que de documental, era explorar la complejidad de las relaciones humanas en una situación extrema e inusual: "Quería hacer un filme que hiciera sentir una emoción positiva sobre el mundo. Hoy en día necesitamos sonreír más y se supone que la misión del cine de Hollywood es hacer eso por la gente cuando se vive una época difícil".
El realizador prepara en la actualidad una crónica sobre el ataque palestino contra la delegación de atletas israelíes durante los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972.
Babelia
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