Temblor en Tlascala
El sexo le puso de patitas en México. Rebobino para las mentes malpensantes: fue la película Sexo por compasión (2000), y allá que se fue un mes, sin imaginar lo que iba a vivir. Lo recuerda entre risas tras recalar en el Festival Shakespeare de Santa Susanna (Barcelona), donde ha representado La tempestad. Preludio de un año de gira.
¿Dónde paró en México?
En Tlascala, un pueblecito cerca de Puebla. Me recordaba la España de los años cincuenta: con comercios tipo colmado, autobusitos y coches en los que se montaban siete y te dejaban más o menos cerca de tu destino, y un mercado maravilloso donde la fruta olía a fruta.
Muy bucólico todo si no fuera por el terremoto, ¿no?
Sí, estaba yo hablando con mi mujer por teléfono y encendí un cigarrillo. De repente, todo empezó a moverse y yo pensé que era un mareo por el humo, pero no. El cocinero del hotel salía corriendo al grito de ¡Fuera todos, hay un terremoto! La lámpara daba vueltas y las perchas del armario aplaudían. Y un volcán cercano echaba un humillo amenazador.
También visitó Puebla.
Un lugar precioso donde vimos un santuario encima de una pirámide. Dos días después supimos que el terremoto lo había derribado, junto con otros muchos edificios del lugar.
Odio tener que preguntárselo, pero ¿es usted gafe?
Ja, ja, ja... No, ni mucho menos. No ocurrieron más desgracias porque estaba yo allí.
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