El holandés que vendió a Irak material químico colaboraba con el espionaje de su país
Frans van Anraat, el súbdito holandés detenido la pasada semana por haber vendido a Irak entre 1984 y 1988 la materia prima necesaria para fabricar gas nervioso y gas mostaza, ha sido informante de los servicios secretos de su propio país. A pesar de estar considerado por Naciones Unidas como el principal intermediario de Sadam Husein en la obtención de armas químicas, el servicio de inteligencia de los Países Bajos le facilitó un pasaporte de urgencia para regresar a Amsterdam.
El servicio también le proporcionó una vivienda protegida, donde fue arrestado la semana pasada a instancia de la Fiscalía General por considerarle responsable de la venta a Bagdad de "miles de toneladas" de sustancias con las que producir los dos gases venenosos. Ambos fueron utilizados por el régimen iraquí en la guerra contra Irán (1980-1988) y contra la población kurda del norte del país. De ahí que Van Anraat pueda llegar a ser acusado de participación en crímenes de guerra y genocidio.
Sus contactos con los servicios secretos holandeses pudieron comenzar durante su estancia en Irak, entre 1989 y 2003. Van Anraat había llegado allí después de haber huido de Italia, donde fue detenido a petición de EE UU. A pesar de que para entonces su nombre figuraba ya en la listas de los delincuentes más buscados por EE UU, los encuentros tuvieron lugar en la Embajada holandesa en Irak. Estas revelaciones, hechas públicas por la prensa holandesa, han llevado al Parlamento a pedir al Gobierno que aclare lo antes posible los hechos.
Según los expertos holandeses en espionaje internacional, el caso de Van Anraat no es único. Por sus tratos directos con Sadam Husein dispondría de información muy valiosa para los Gobiernos occidentales sobre un posible programa de guerra química. Otra cosa son los límites impuestos a la forma de obtener cierto tipo de información secreta.
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