El Centro de Arte Santa Mónica expone una serie de fotografías inéditas de la portuguesa Helena Almeida
El canadiense Marcel Dzama presenta una selección de sus visionarios dibujos y vídeos
"Mi mundo es mi cuerpo dentro de mi estudio, mi cuerpo y mi estudio son mis objetos de trabajo", explicaba Helena Almeida (Lisboa, 1934) en el año 2000. Como ha ocurrido a lo largo de toda su trayectoria, el propio cuerpo de la artista retratado en el marco de su estudio protagoniza las obras que se presentan ahora en el Centro de Arte Santa Mónica (CASM) hasta el 6 de junio. Se trata de 14 fotografías de grandes dimensiones, en blanco y negro, reunidas en dos series: la primera, formada por 10 piezas, se presentó en la Bienal de Sidney, mientras que la segunda, integrada por cuatro imágenes, es inédita.
Resulta sorprendente la plasticidad de las diferentes formas que Almeida logra variando mínimamente la posición de su cuerpo, en una secuencia de movimientos que conforman una coreografía silenciosa. El cuerpo de la artista, privado de la cabeza, que se oculta al objetivo de la cámara, pierde sus connotaciones humanas para replegarse sobre sí mismo hasta convertirse en una forma irregular, en la que sólo la palma de una mano delata su verdadera naturaleza. Almeida, cuya extensa obra ha sido reconocida internacionalmente a partir de los años noventa, representará a Portugal en la próxima Bienal de Venecia.
Con esta exposición, el director del Santa Mónica, Ferran Barenblit, pretende ampliar su radio de acción, hasta ahora restringido a la creación joven, y "abrir nuevas líneas de investigación y de trabajo transversal entre artistas de diferentes generaciones".
La segunda propuesta del bloque de exposiciones primaverales (el CASM siempre inaugura tres exhibiciones individuales simultáneas) es The lotus eaters, una selección de dibujos y vídeos del canadiense Marcel Dzama, a cargo de Frederic Montornès, que empieza con este proyecto su actividad comoc onservador del centro en sustitución de David Torres. En sus visionarios dibujos, realizados con tinta y acuarela, Dzama materializa un mundo fantástico poblado de personajes extraordinarios, que parecen influidos por estéticas tan distintas como la de los cómics, la mitología, los cuentos infantiles y la gráfica japonesa de autor.
Es una obra de múltiples lecturas, ya que cada dibujo encierra una narración visual, formada por miles de minúsculos pero significativos detalles que a menudo se refieren a la convulsa actualidad política internacional.
En el claustro se exhibe Limbo, una instalación concebida expresamente para este espacio por MP&MP Rosado, dos hermanos gemelos andaluces que trabajan juntos. Se trata de una estructura de falsos muros que impide el acceso a gran parte del espacio expositivo y obliga al espectador a divisar el interior desde unos intersticios que dejan entrever unas figuras humanas empapeladas en las paredes. Para superar el escollo de la visión fragmentada y descubrir la imagen completa es necesario subir a la primera planta y verla desde arriba. La programación se completa con Mind the gap, un proyecto que se propone abordar la relación entre arte y sociedad, realizado por Montse Badia para el espacio Consulta, la mediateca del centro.
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